En la isla de Ardley, cerca de la Península Antártica, viven actualmente unas 5.000 parejas de pingüinos papúa (Pygoscelis papua), su hogar desde hace miles de años debido a las condiciones climáticas favorables de la región. Por lo tanto, cuando un grupo de investigadores de la British Antarctic Survey (Estudio Británico de la Antártida o BAS por sus siglas en inglés) analizó la historia de esta colonia, por medio de los sedimentos de guano, se encontró con algo inesperado.
El equipo, dirigido por Stephen Roberts, había esperado que la población local mostrara fluctuaciones menores en respuesta a los cambios en el clima o el hielo marino, pero el resultado, publicado en Nature, demostró que las erupciones del cercano volcán de la Isla Decepción, había tenido un impacto mucho mayor de lo previsto originalmente.

«Cuando examinamos por primera vez los núcleos de los sedimentos – explica Roberts en un comunicado – nos sorprendió el intenso olor del guano en algunas capas y también pudimos ver claramente las capas de cenizas volcánicas de la cercana Isla Decepción. Al estudiar la química del sedimento, pudimos estimar el número de habitantes de la colonia. A lo largo de 7.000 años pudimos ver cómo los pingüinos se vieron afectados por las erupciones. En al menos tres ocasiones, la población de pingüinos fue similar en magnitud a la actual, pero debido a tres erupciones casi desapareció por completo. Y les tomó, en promedio, entre 400 y 800 años recuperarse”.

Las técnicas desarrolladas en este estudio ayudarán a los científicos a reconstruir los cambios pasados en el tamaño de las colonias y posiblemente predecir cómo otras poblaciones de pingüinos pueden verse afectadas en otros lugares. Por ejemplo, los pingüinos barbijo (Pygoscelis antarcticus) en la isla de Zavodovski, sufrieron consecuencias similares debido a las erupciones del Monte Curry en 2016.

“Esta investigación – concluye Claire Waluda, coautora del estudio – revela el severo impacto que las erupciones volcánicas pueden tener en los pingüinos, y lo difícil que puede ser para una colonia recuperarse completamente. Una erupción puede enterrar polluelos de pingüinos en cenizas abrasivas y tóxicas, y aunque los adultos pueden nadar lejos, los polluelos son demasiado pequeños para sobrevivir en las aguas heladas. Las cenizas también afectan a los sitios donde anidan, que pueden quedar enterrados y permanecer inhabitables durante cientos de años. Los cambios en las poblaciones de pingüinos en la Península Antártica se han relacionado con la variabilidad del clima y los cambios en el hielo marino, pero el impacto a largo plazo y potencialmente devastador, de la actividad volcánica no se habían considerado previamente».

Juan Scaliter