Hay dos clases de personas: las que esperan y las que desesperan. Las que llegan puntuales a sus citas y las que, por motivos propios o ajenos, consideran que 15 minutos no es nada.
De acuerdo con el experto en conducta Alfie Kohn decir que estas personas son «desconsideradas» no basta, sobre todo porque a veces también ellas resultan perjudicadas por esa conducta, como perder vuelos o asistir a eventos. Y la culpa de ello no serían los despistes, sino las conexiones del cerebro. Así lo señala un estudio publicado en Journal of Experimental Psychology Generalque habla de la Memoria Prospectiva Basada en el Tiempo (TBPM por sus siglas en inglés) como el lugar de los “tardones”. Los responsables de esta investigación realizaron un experimento en el que dieron a una serie de voluntarios (70 personas de ambos sexos) un tiempo determinado para completar una tarea, con la ventaja de poder comprobar el paso del tiempo. La tarea era similar a un puzzle que requería una concentración máxima y desviaba su atención de controlar el reloj. Los resultados mostraron que hay personas que tienen una mejor habilidad para estimar el tiempo transcurrido que otros.

Susan Krauss Whitbourne, profesora de psicología y ciencias del cerebro en la Universidad de Massachusetts Amherst,apoya esta teoría asegurando que las personas que son buenas en las tareas de TBPM parecen ser mejores en la regulación de su propio control del tiempo, como en aquellas ocasiones en las que tenemos que calcular un trayecto viendo un mapa. Algunas pueden trazar un plan sólido, pero que falla en la realidad. O quizás lo que falla es la personalidad.

Juan Scaliter