Nuestra vecina más cercana, la galaxia de Andrómeda, se encuentra “apenas” a 2,5 millones de años luz. Ella es la más grande y la más brillante de un grupo de 30 pequeñas galaxias y otras dos grandes, nuestra Vía Láctea y la galaxia del Triángulo.

Una de sus características más conocidas es una fuente de rayos X de alta energía. Pero su origen se desconocía. Ahora, un nuevo estudio publicado en Astrophysical Journal, ha señalado al culpable. Gracias al telescopio NuSTAR (Telescopio Espectroscópico Nuclear por sus siglas en inglés) ha sido posible detectar la presencia de un objeto bautizado Swift J0042.6+4112, un púlsar (una estrella que emite radiación intensa a intervalos cortos y regulares), probablemente los restos de una estrella de neutrones. El espectro de Swift J0042.6+4112 es muy similar al de otros púlsares que se observan en nuestra galaxia.

De acuerdo con los autores, liderados por Mihoko Yukita, probablemente se encuentre en un sistema binario en el que el material de la otra estrella es atraído por el púlsar, que despide radiación a medida que el material aumenta su temperatura.

Hasta fechas muy recientes los astrónomos que los agujeros negros, más masivos que los pulsares, eran los “machos alfa” en cuanto a la emisión de rayos X de alta energía. Pero el púlsar Swift J0042.6+4112, que tiene una masa inferior a cualquiera de los agujeros negros de Andrómeda, es más brillante en cuanto a altas energías, que todos los agujeros negros de la galaxia.

«NuSTAR nos ha hecho comprender la importancia de los púlsares como componentes de las galaxias que emiten rayos X – explica Ann Hornschemeier, coautora del estudio en un comunicado – y la posibilidad de que la emisión de rayos X de alta energía de Andrómeda esté dominada por un solo púlsar añade importante información a nuestro conocimiento. Ya que no podemos salir de nuestra galaxia y estudiarla de una manera imparcial, Andrómeda es lo más cercano que tenemos a mirarnos en un espejo”.

Juan Scaliter