Si alguien podía afirmar esto, el candidato lógico era George Church. Sí, el mismo que años atrás especulaba con un bebe neandertal y el experto en genética que colaboró en el desarrollo de la técnica de edición genética CRISPR.

En la reciente reunión de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS),Church señalaba el calendario para llegar a un embrión de mamut en dos años. En primer lugar, se esta utilizando la técnica CRISPR para agregar rasgos genéticos clave (como el pelo largo, capas de grasa y sangre adaptada al frío) al genoma del elefante asiático, el pariente vivo más cercano al mamut. Hasta el momento se han incorporado 45 de estas ediciones en el genoma del elefante asiático. “Estamos evaluando el impacto de todas estas ediciones – aseguraba Church en la asamblea –. La lista de las mismas afecta a aquellas capacidades que contribuyen al éxito de los elefantes en ambientes fríos. Y ya sabemos que estas tienen que ver con orejas pequeñas, grasa subcutánea, cabello y sangre”.

La información genética del mamut se extrajo de muestras obtenidas en el permafrost de Siberia. Los test de laboratorio realizados hasta la fecha muestran que las células del mamut funcionan correctamente en el ADN del elefante y el próximo paso es desarrollar un embrión completo de mamut en un vientre artificial, en lugar de utilizar a una elefante. El resultado será un híbrido, “más parecido a un elefante con algunas características de mamut. Pero para llegar a un ejemplar completamente desarrollado falta mucho aún.

Pero, todo esto, ¿para qué? De acuerdo con la Fundación Long Now, que según su página web busca el rescate genético de especies extintas o en peligro de extinción y cuenta entre sus miembros a Edward O. Wilson, hay varios objetivos. El principal es desarrollar “nuevos mamuts que sean capaces de repoblar las vastas extensiones de tundra y bosque boreal en Eurasia y Norteamérica. El objetivo no es hacer copias perfectas, sino concentrarse en las adaptaciones necesarias para que los elefantes asiáticos vivan en el clima frío de la tundra”.

También se persigue un objetivo vinculado al cambio climático. Cuando los mamuts desaparecieron, “la tundra que surgió en ausencia de estas especies está contribuyendo ahora al cambio climático. Sin pastizales para aislar el permafrost de la tundra, el permafrost se está derritiendo, liberando gases de efecto invernadero que han estado atrapados durante decenas y cientos de miles de años. El derretimiento del permafrost del mundo equivale a quemar todos los bosques del mundo 2 ½ veces”.
A estos también se le unirían propósitos como la mejor conservación de los mamíferos y la comprensión de la genética de especies extintas, que puede aportar conocimientos nuevos. Al menos así lo afirman en esta fundación.

Juan Scaliter