Nuestro planeta gira alrededor del Sol a unos 108.000 kilómetros por hora, pero nuestra estrella va mucho más rápido el dar vueltas por la galaxia: 720.000 km/h.Las cifras dan vértigo, sobre todo, a medida que nos acercamos al ecuador y comenzamos a hablar de rotación: nuestro planeta varía de los 1.000 km/h en una latitud similar a la de España, hasta los 1.670 en la divisoria ecuatorial. Y al Sol le ocurre algo similar.

Pero hay un pequeño problema: mientras el interior del Sol gira como una esfera sólida, las capas externas no. Las regiones polares giran más lentamente que el ecuador y las capas más próximas al núcleo giran más rápidamente que la superficie. Y esto, según un reciente estudio podría tener que ver con que las capas externas impiden que los fotones escapen y ralentizan cada vez más a nuestro astro.
“La rotación interior del Sol se ha vuelto más compleja – explica Jeff Kuhn, uno de los autores del estudio en una reciente entrevista– debido a la turbulencia, pero la capa externa, la fotosfera, no es turbulenta, por lo que es sorprendente que haya cualquier variación en su rotación”. ¿A qué se debe entonces?

Sabemos que, cuando el polvo en el espacio interplanetario choca con fotones solares, pierden su momento angular y se frenan. Este conocimiento fue lo que inspiró a Kuhn a preguntarse si las partículas de gas en las capas externas del sol experimentaban una ralentización similar.
Usando datos del Solar Dynamics Observatory de la Nasa, que lleva orbitando el Sol desde 2010, Kuhn y su equipo midió cuidadosamente la fotosfera y su rotación. Los fotones creados en el interior de la estrella rebotan entre sí al salir, ganando una pequeña cantidad de impulso por cada átomo con el que chocan. Cuando un fotón, finalmente, deja la fotosfera, quizás millones de años después, se lleva ese impulso.

Como un gran número de fotones irradian del Sol en diferentes ángulos, el gas de la fotosfera experimenta un empuje hacia atrás. Y, aunque el empuje asociado con cada fotón que sale es minúsculo, a lo largo de sus 4.500 millones de años de vida, la suma es notoria. En sus conclusiones, los investigadores atribuyen a este efecto una desaceleración de alrededor del 3% en la rotación de los 100 kilómetros exteriores del Sol

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Juan Scaliter