Aproximadamente una década atrás comenzaron los primeros intentos por hacer invisible un objeto rodeándolo con un material capaz de curvar la luz a su alrededor. Este tipo de metamaterial, cuyas propiedades se basan en su configuración o estructura y no en su composición. La mayoría de los dispositivos de invisibilidad que se habían conseguido hasta la fecha, se basaban en ocultar un objeto que estuviera bajo una fuente de luz permanente. esto es más fácil ya que curvar una iluminación constante es más sencillo que tratar con diferentes fuentes.

Ahora, un grupo de investigadores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y de la Universitat Politècnica de València (UPV) han ideado una nueva capa de invisibilidad capaz de ocultar objetos en ambientes difusos. El trabajo, publicado en Physical Review A, permitiría, algo que se creía impensable. “Los ambientes difusos – explica Carlos García Meca, del Centro de Tecnología Nanofotónica de la UPV, en un comunicado – son aquellos en los que la luz no se propaga en línea recta, sino que va rebotando. Por poner varios casos cercanos, ambiente difuso sería el que encontramos en un día con niebla, aguas turbias o un lugar con humo, pero también nuestro tejido orgánico. Nuestra propuesta sienta las bases, para, por ejemplo, hacer indetectable un avión entre la niebla o un submarino en el mar”.

Aunque por ahora se trata de resultados obtenidos en una simulación, los autores ya han comenzado las tareas para desarrollar esta capa en un laboratorio. “Sería relativamente sencillo – añade Bakhtiyar Orazbayev, otro de los autores – ya que basta con disponer de dos materiales diferentes, con una difusividad concreta; jugando con ellos, seríamos capaces de generar esa capa que provoque que la luz circule alrededor del objeto, de forma que éste quede oculto. Podríamos conseguir una invisibilidad perfecta; eso sí, únicamente para ambientes difusos”.

El objetivo de este tipo de avance podría “hacer invisibles objetos susceptibles de introducir interferencias en sistemas de comunicación y en sistemas de imagen por tomografía, en los que se trabaja frecuentemente con medios difusos como el tejido orgánico”, concluye Miguel Beruete, investigador de la Universidad Pública de Navarra.

Juan Scaliter