Nacieron con diez años de diferencia, uno en Japón y otro en Estados Unidos. No han trabajado juntos, pero entre ambos han sentado las bases para uno de los descubrimientos más trascendentes y preocupantes de nuestro tiempo: el calentamiento global del planeta debido a la acción humana.

Hoy, la novena edición de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento reconoce la labor de James Hansen y Syukuro Manabe nombrándoles ganadores de la categoría Cambio Climático. El jurado destaca en su acta que sus investigaciones “cuantificaron los factores de los que depende la variación de las temperaturas en la superficie terrestre”, y desarrollaron métodos de análisis que siguen vigentes y “se han vuelto esenciales en el estudio de la evolución del clima”.

Syukuro Manabe, de 84 años, contribuyó a establecer los primeros modelos informáticos para estudiar las variaciones atmosféricas, aún en los albores de la computación. Licenciado en Geofísica en Tokio, inició su carrera en la Oficina del Clima de Estados Unidos. En los años 60 del siglo pasado desarrolló un modelo de la atmósfera para comprobar cómo influyen los gases –vapor de agua, dióxido de carbono u ozono– en su temperatura.

A finales de dicha década, en la agencia estadounidense de la Atmósfera y el Océano (NOAA), creó junto a Kirk Bryan un modelo para las interacciones entre la atmósfera, la tierra y el océano. En él se tenían en cuenta factores tan diversos como las placas de hielo terrestre, o los sedimentos de las profundidades oceánicas. Ya entonces predijo que, si la concentración del CO2 atmosférico se duplicaba, la temperatura media del planeta subiría dos grados.

Dicho modelo se convertiría en uno de los más utilizados para estudiar las variaciones del clima, tanto en las modificaciones naturales a lo largo de grandes períodos de tiempo, como en el calentamiento global debido al impacto humano. Actualmente, Manabe es profesor emérito de la Universidad de Princeton.

James Hansen, por su parte, ha unido su condición de pionero en la investigación del cambio climático con una posición activista. Su reciente participación en protestas contra proyectos mineros y petrolíferos le ha llevado al calabozo en más de una ocasión. Su trabajo investigador comenzó en la NASA, donde estudió la atmósfera de planetas como Venus. Pero desde 1970 desarrolló una manera más efectiva de estudiar los datos recogidos en las estaciones meteorológicas terrestres, así como métodos para estudiar el desarrollo climático a partir de ellos.

En 1981 publicó su modelo en la revista Science. En él predecía que la temperatura global subiría 4 grados centígrados. Pero además, mencionaba algunos efectos concretos del calentamiento: la modificación de la circulación oceánica, la disminución del hielo en el Ártico o las sequías y las inundaciones.

En 1988 habló ante un comité del Congreso de EEUU de algo “llamado efecto invernadero” que estaba causando una modificación del clima en todo el planeta. Ya entonces propuso “un recorte drástico en la combustión de carbón, petróleo y otros combustibles fósiles que emiten dióxido de carbono”.

A sus 74 años, es profesor de la Universidad de Columbia (EEUU) y se ha manifestado a favor de que las emisiones de carbono se graven con impuestos.

Pilar Gil Villar