Las cifras del gobierno indio relacionadas a las muertes por serpientes venenosas no son exactas. Muchos casos no llegan a contabilizarse debido a que las víctimas no llegan al hospital, pero un estudio de 2011, presentado en la American Society of Tropical Medicina and Hygiene (página 291) señala que cada año mueren alrededor de 46.000 personas debido a ofidios venenosos. Mientras que en Bangladesh, el país vecino, solo un 3% de los que resultan atacados por serpientes van a un médico.

La necesidad de antídotos es, por lo tanto, enorme. Y aquí comienza la “leyenda” de la tribu Irula que habita la región Chennai. Hasta los años 1970, este grupo solía cazar serpientes y vender sus pieles, pero en 1972 la India prohibió esta práctica y los Irula debieron adaptarse. Su forma de hacerlo fue crear una cooperativa de cazadores que ha logrado revolucionar el tratamiento de mordeduras de serpientes en la India. Gracias a ello el país es capaz de producir suficiente cantidad de antídoto para abastecer hospitales en toda India, al tiempo que proporciona ingresos muy necesarios para los Irula. Las habilidades para cazar serpientes han pasado de generación en generación. La cooperativa se encarga deatrapar a las 4 víboras más venenosas del subcontinente indio: la gariba (Echis carinatus), la de Russell (D. russelii), la cobra y algunas especies de Bungarus. Las mantienen en la cooperativa durante un mes, bajo licencia del gobierno, para cosechar su veneno cuatro veces antes de devolverlas a la naturaleza.

Para obtener el antídoto se inyectan cantidades no letales del veneno en caballos que son los que producen los antígenos que se utilizan en el tratamiento. Los cazadores obtienen cerca de 4 euros por víbora, aunque el pago puede elevarse a casi 30 euros si se trata de una cobra. Aunque a veces pasan días sin encontrar una, el dinero que obtienen les permite enviar a sus hijos a la escuela.
La cooperativa fue establecida por el conservacionista estadounidense Rom Whitaker y ahora está controlada por las autoridades estatales.

Fuente: AFP

Juan Scaliter