En 2012 Shinya Yamanaka obtuvo el premio Nobel de medicina por descubrir la reprogramación celular. Esta técnica, basada en la introducción de una combinación de cuatro genes conocida como OSKM (iniciales de OCT4, SOX2, KLF4 y MYC), devuelve a las células adultas a un estado similar al embrionario conocido como pluripotencia. Pero Yamanaka solo la aplicó in vitro. Un año mas tarde, Manuel Serrano y el Grupo de Supresión Tumoral del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), se convirtieron en los primeros en reproducir en organismos adultos (en ratones) la técnica de Yamanaka.

El problema es que la misma tiene varias limitaciones. Una de ellas es una baja eficacia.“Los genes de Yamanaka son poco eficientes induciendo reprogramación o pluripotencia en las células altamente especializadas de un organismo adulto – explica Lluc Mosteiro, miembro del grupo de Serrano en el CNIO, a Quo –. Lo que hemos descubierto es que el daño tisular es beneficioso para la reprogramación celular. Nosotros estamos usando cuatro genes que no se expresan de manera normal en células adultas y por tanto provocan un daño en algunas de las células . Estas células dañadas envíen señales que favorecen la reprogramación de las celulas vecinas. La conexión entre el daño y la reprogramación puede tener grandes implicaciones biológicas. Pensamos que en situaciones de daño de un tejido algún proceso similar a la reprogramación celular puede estar sucediendo para generar celulas con un mayor potencial reparador . Y esto resulta clave para comprender los procesos de regeneración”.

Esta relación, entre daño tisular y reprogramación, está mediada por una molécula proinflamatoria (interleucina-6, IL6). Sin su presencia, los genes OSKM son mucho menos eficientes induciendo la reprogramación. Los hallazgos realizados por este equipo del CNIO y publicados en Science, sugieren la siguiente cronología: la expresión de los genes OSKM produce un daño en las células, estas secretan IL6, lo que provoca que algunas células vecinas se reprogramen. “Esto lo hemos observado en diferentes órganos de ratones – añade Mosteiro, primera autora del estudio –, como páncreas, riñones, estómago o intestino”.
El descubrimiento profundiza en nuestro conocimiento de la reprogramación y podría ayudar a mejorar la regeneración de los tejidos dañados y en terapias vinculadas al envejecimiento.

“La reprogramación es algo que no se acaba de entender del todo – concluye Mosteiro –. Se ha avanzado muchísimo, a pasos agigantados, pero nos queda mucho por saber, aún no controlamos ciertos mecanismos de la reprogramación y se está trabajando mucho en ese aspecto. Otro de los obstáculos es que las celulas generadas son pluripotentes, es decir pueden generar cualquier tipo de célula, lo que es maravilloso para terapia celular o de regeneración, pero también pueden producir teratomas, un tipo especial de tumores que no crece mucho y no invade, pero que son al fin y al cabo tumores. Ese es otro de los pasos a seguir: intentar controlar lo que viene después del proceso de reprogramación, es decir la diferenciación de estas células pluripotentes para que de alguna manera generen solo las celulas que queremos. Si queremos células neuronales, que diferencien solo a neuronas y nada más. No es sencillo, pero nadie pensó que fuera posible reprogramar células y ahora muchos laboratorios trabajan en ello. Todo se va consiguiendo pasito a pasito”.

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Tissue damage is key for cell reprogramming from CNIO on Vimeo.

Juan Scaliter