Reza el refranero popular que “hay dos clases de personas, aquellas que alguna vez se han salpicado el pantalón al ir al baño y las que mienten”. Las estadísticas indican que en algún momento de la vida, a todos nos ha pasado. Ahora, un grupo de científicos de la Universidad de Oxford han creado un verdadero avance para derrotar las estadísticas. Y aunque el objetivo principal es evitar la salpicadura de líquidos dañinos o antihigiénicos en una variedad de entornos, desde hospitales a cocinas, también se incluyen los urinarios.

El estudio, liderado por Alfonso Castrejón-Pita y publicado en la revista Physical Review Letters, demuestra que recubrir una superficie con una fina capa de un material blando como un gel o caucho, podría proporcionar una solución simple a este problema.
“Nos dimos cuenta de que nadie había estudiado sistemáticamente lo que sucede cuando las gotas golpean sustratos blandos – explica Castrejón Pita en un comunicado –. En nuestro estudio, dejamos caer gotas de etanol sobre materiales blandos hechos de silicona. Grabamos los impactos con una cámara de alta velocidad, 100.000 fotogramas por segundo (4.000 veces más rápido que un smartphone) y luego estudiamos la dinámica de salpicaduras. Lo más sorprendente es que se necesita alrededor del 70% más de energía para salpicar estos materiales blandos en comparación con materiales duros. En otras palabras, necesitamos el doble de altura para que una gota salpique utilizando el recubrimiento blando. Creemos que las superficies blandas con la rigidez correcta, podrían utilizarse en una serie de situaciones en las que se utilizan líquidos peligrosos o desagradables y así mejorar las condiciones sanitarias en hospitales, laboratorios y hasta urinarios públicos”.

Juan Scaliter