Hasta ahora, la teoría más aceptada para la formación de la Luna es aquella que explica que “nació” del impacto de nuestro planeta y otro del tamaño de Marte. La colisión entre ambos cuerpos provocó la eyección de material que se condensó y formó nuestro satélite al mismo tiempo que la energía provocó el momento angular que establecería los vínculos entre Luna y Tierra. Para llegar a esta conclusión, los expertos han analizado las órbitas, las fuerzas implicadas y han retrocedido en el tiempo.

Pero hay algunos pequeños problemas. El primero de ellos es la enorme similitud en la composición de los dos cuerpos. Otro es que si la Luna se formó a partir de material condensado que giraba alrededor del ecuador terrestre, debería estar en órbita sobre esta línea, pero en verdad lo hace con una inclinación de cinco grados. Esto último quiere decir que debió existir algún tipo de energía que provocara este cambio.

Con todo esto en mente, Sarah Stewart, de la Universidad Davis de California, afirma haber encontrado una explicación alternativa. De acuerdo con un estudio, publicado en Nature, todo habría comenzado con un impacto, es cierto. Pero de proporciones mayores de las que se creía hasta ahora.La colisión provocó que el día terrestre durara unas dos horas y que su eje apuntara directamente al Sol. A medida que el momento angular se fue disipando, la Luna comenzó a alejarse de la Tierra hasta que llegó a un punto en el que la interacción entre Luna y Tierra eran menos fuertes que las existentes entre el Sol y nuestro planeta. Si bien este cambio no provocó ninguna alteración en la órbita terrestre, sí cambió su eje a un ángulo mucho más cercano al actual.
A lo largo de decenas de millones de años, la Luna se fue alejando de la Tierra (actualmente lo hace a unos 3 centímetros por año) hasta llegar a un punto en el que la inclinación de su eje respecto al ecuador terrestre alcanzó los cinco grados y situó la Luna en su órbita actual.
“Esta nueva teoría – concluye Stewart en un comunicado de la universidad – explica de un modo muy elegante, la órbita lunar y su composición, basándose en un impacto gigante, sin necesidad de agregar otros factores”.

Juan Scaliter