Entre los superhéroes también hay clases. Por un lado, están las (super)estrellas: como Batman, Supermán, Spiderman… Y, por otro, esos ilustres «segundones» que solo los muy aficionados a este tipo de cómics conocen. Pero el éxito que están teniendo las películas basadas en estos personajes, ha provocado que hasta los más ignotos acaben dando el salto a la pantalla.

Ahora le ha tocado el turno al Doctor Extraño, cuya adaptación cinematográfica, protagonizada por Benedict Cumberbatch, acaba de aterrizar en nuestras pantallas.

El Doctor Strange nunca ha sido uno de los personajes de Marvel más populares en nuestro país, aunque sus aventuras se publicaban regularmente desde mediados de los años 70 hasta principios de los 80. Pero para los lectores anglosajones resulta un rostro más familiar.

Fue creado en 1963 por Stan Lee y el dibujante Steve Ditko, y puede ser el superhéroes más místico de toda la galería de personajes Marvel. Inicialmente se trataba de un prestigioso neurocirujano que, tras una serie de tragedias familiares, sufre una crisis nerviosa que le obliga a dejar su profesión. Durante un viaje al Tíbet se inicia en las artes místicas y ocultistas, y acaba por convertirse en uno de los magos más poderosos del universo.

A diferencia de otros colegas, que lanzan telarañas, vuelan, o se convierten en antorchas humanas, los poderes del Doctor Extraño son más peculiares, ya que puede crear todo tipo de ilusiones ópticas y es capaz de hacer viajes astrales. Por supuesto, también tiene otros ases guardados en la manga. Y quien vaya a ver la película o lea sus cómics, podrá comprobarlo.

Vicente Fernández López