Si Pedro Almodóvar, quien hablaba de la persistencia del viento solano en su película Volver, conociera al que sopla en Asia Central, seguramente iría allí a filmar una nueva obra maestra. Un reciente estudio, liderado por Alexis Licht, de la Universidad de Washington, señala que los vendavales de esta región llevan vivitos y coleando unos 42 millones de años. Y son los responsables de la ubicación de los desiertos y de su clima seco. Por si fuera poco se trata de uno de los sistemas climáticos con mayor importancia del planeta. El hallazgo es de singular importancia ya que este sistema, según los resultados publicados en Nature Communications, persistiría a pesar del cambio climático.

«Hasta el momento, la forma más habitual de reconstruir los patrones de vientos del pasado era utilizando simulaciones climáticas – explica Licht –, que son menos precisas a medida que retrocedemos. Nuestra investigación es una de las primeras en proporcionar limitaciones geológicas en los patrones de los vientos de tiempos remotos”.

Los estudios anteriores sobre el pasado climático de Asia, utilizaban rocas de la meseta de Loess, en el noroeste de China, para demostrar que la acumulación de polvo comenzó entre 25 y 22 millones de años atrás. Pero Lichtrecurrió a rocas mucho más antiguas, que se remonta a más de 40 millones de años, procedentes del noreste de Tíbet. El polvo en esas rocas confirmó que la región ya estaba reseca durante el Eoceno. Esto cuestiona las creencias anteriores que aseguran que el clima de la región en aquellos tiempos era más subtropical, con vientos regionales que traían la humedad de los trópicos.Para esta investigación Licht recurrió a muestras de rocas de Xining, la ciudad más grande en el noreste de la meseta tibetana. Los análisis químicos muestran que el polvo procedía de las mismas regiones que en la actualidad.

«El origen del polvo no ha cambiado durante los últimos 42 millones de años – añade Licht –. Ni la elevación geológica del Tíbet, ni la disminución de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera desde el Eoceno, parecen haber cambiado el patrón atmosférico en el centro de Asia. Los patrones de viento se ven influidos por los cambios en la órbita de la Tierra durante decenas o cientos de miles de años, pero a lo largo de millones de años estos viento han mostrado mucha persistencia”.
Durante el Eoceno, la meseta del Tíbet y montañas del Himalaya eran mucho más bajas, las temperaturas eran más altas, había nuevas especies de mamíferos y la atmósfera de la Tierra contenían tres a cuatro veces más dióxido de carbono que en la actualidad. «Si queremos tener una idea del clima de la Tierra en 100 o 200 años – concluye Licht –, el Eoceno es uno de los mejores análogos, porque es el último período en el que tuvimos niveles de dióxido de carbono atmosférico muy altos”. El estudio concluye que los vientos en esta región probablemente seguirán siendo constantes, pero el calentamiento global podría afectar los niveles de las lluvias debido a los cambios en el contenido de humedad del aire.

Juan Scaliter