En los siglos XVIII y XIX, la educación anatómica implicaba a menudo violar la ley. En 1752, el gobierno británico aprobó la Murder Law (Ley de asesinato), que permitía que los cuerpos de los criminales que habían sido colgados podían ser utilizados en las escuelas de medicina. El problema era que esto proporcionaba únicamente un promedio de 77 cadáveres de un año y algunas escuelas utilizaban hasta 500 en ese lapso. La ley de la oferta y la demanda contribuyó al nacimiento de los llamados «resurreccionistas»: bandas que robaban cadáveres frescos de los cementerios y de las familias en duelo. Los anatomistas también, de vez en cuando, compran cuerpos de las madres sin recursos si su hijo nacía sin vida. Este comercio ilícito de cadáveres era tan frecuente que continuó incluso después de que los asilos empezaran a donar los cuerpos no reclamados.
Casi siempre los cuerpos utilizados eran adultos, pero a veces los médicos recurrían a cadáveres de niños para mostrar a sus alumnos las diferentes etapas de desarrollodel sistema nervioso o vascular. Obviamente nunca había registros o informes que mostraran cómo o de dónde se habían obtenido estos cuerpos. Y tampoco había evidencias que estas disecciones, fundamentales para la anatomía moderna, se hubieran llevado a cabo.
Ahora, un nuevo estudio publicado en Journal of Anatomy, revela el origen: 54 cráneos de niños y fetos descubiertos en el Departamento de Arqueología y Antropología de la Universidad de Cambridge. El más antiguo de ellos es de 1768 y el más reciente de 1913. Gracias a ellos los expertos, liderados por Piers Mitchell antropólogo, historiador y pediatra ortopédico, pudieron seguir el rastro de los cuerpos entre el siglo XVIII y XIX. Por ejemplo, en lugar de los grandes cortes que se observaban en los cadáveres adultos, los de los menores mostraban pequeñas incisiones que pretendían quitar la piel del cráneo. Incluso había pequeñas cerdas de pinceles utilizadas para quitar los tejidos blandos de los huesos.
“Hemos descubierto – explica Mitchells – que los anatomistas diseccionaban los cadáveres de niños de un modo completamente diferente debido a su rareza. Tenían mucho mas cuidado y mantenían el cuerpo más tiempo en el laboratorio para que fueran estudiados por futuras generaciones, en lugar de volver a enterrarlos como hacían con los adultos”.
Esto último ha quedado confirmado por la gran cantidad de cadáveres hallados en cementerios ingleses con la parte superior del cráneo serrada y las costillas rotas, casi todos hombres adultos. “Habíamos asumido que no se diseccionaban niños – agrega Mitchells – porque solo encontrábamos adultos”.
Basándose en los relatos de profanadores de tumbas que vendían cuerpos de niños por pulgada y en las varias publicaciones que hablaban sobre la anatomía infantil, Mitchells y la coautora del estudio, Jenna Dittmar, se acercaron a la colección anatómica de la Universidad de Cambridge, donde encontraron cientos de huesos de varios siglos de antigüedad que mostraban evidencias de haber sito tratados por anatomistas con delicadeza, lo que explica porqué nunca se habían hallado restos serrados de cadáveres de niños.
“Tenemos con ellos la mayor deuda del mundo de la medicina”, concluye Elizabeth Hurren, historiadora de medicina de la Universidad de Leicester y que ha analizado unos 30.000 casos históricos de disecciones entre los siglos XVIII y XIX.

Juan Scaliter