El descubrimiento de Próxima Centauri b, un planeta que se encuentra en la zona de habitabilidad de su estrella, en el sistema de Alfa Centauri, ha provocado al emoción de todos los aficionados a la astronomía, y también ha desatado la imaginación de algunos de ellos. Y, así, poco a poco se ha ido extendiendo la idea de que este planeta podría ser en un futuro hipotético el nuevo hogar de nuestra especie.

Lo cierto es que esa posibilidad no parece aún muy factible. Pero, ya el pasado mes de abril Stephen Hawking ya planteó algo parecido. “La Tierra es un lugar maravilloso, pero puede que no dure para siempre», aseguró el científico. «Tarde o temprano deberemos mirar a las estrellas”.

Por ese motivo, Hawking y Mark Zuckerberg han unido sus medios y talentos para poner en marcha el proyecto Breakthrough Starshot, que pretende enviar una misión a Alfa Centauri en un plazo de solo veinte años. Lo que ocurre es que dicha misión consistirá en una serie de nanonaves que se moverían con luz láser.

Lo que ya no parece tan factible es la posibilidad de enviar algún día una misión tripulada. ¿La causa? Alfa Centauri se encuentra a una nada despreciable distancia de 4,3 años luz. Por ese motivo, se calcula que se necesitarían entre 30 mil y 75 mil años para cubrir esa distancia. Eso significa que la única posibilidad sería enviar una expedición cuyos tripulantes procrearan entre sí , dando lugar a nuevas generaciones, una de las cuales finalmente llegaría a su destino.

La única opción sensata, por tanto, sería esperar hasta que fuéramos capaces de crear una tecnología que nos permita viajar a una velocidad de unos 30 mil o 25 mil kilómetros por segundo, lo que reduciría el viaje a una duración estimada entre 30 y 50 años. De esa forma, un astronauta que partiera muy joven de la Tierra, podría llegar vivo y todavía con una edad aceptable a su destino.

Entre las posibles tecnologías que, a día de hoy, más se aproximan (al menos teóricamente) a ese viaje ideal, se encuentran las velas solares. Se trata de unas enormes estructuras con forma de paracaídas, que usarían la presión de la radiación de la luz solar para acelerar la nave hasta velocidades que permitieran escapar del Sistema Solar. Con este sistema se calcula que podríamos tardar entre mil y dos mil años en llegar a nuestro destino. Es muchísimo menos que los 30.000 calculados inicialmente, pero aún estaríamos lejos de esos 30 o 50 años ideales.

Otra posibilidad barajada en el plano teórico, sería una nave nuclear por pulsos o, lo que es lo mismo, que se mueve por el impulso que genera la detonación de ingenios nucleares. Teóricamente suena bien, ya que con un ingenio así se calcula que se podría tardar “solo” 150 años en llegar a Alfa Centauri. El problema es que actualmente no tenemos la capacidad de fabricar una nave como esa. Se estima que tendría que tener unas dimensiones casi monstruosas y que pesaría alrededor de 400 mil toneladas, lo que implicaría que serían necesarios alrededor de 300.000 aparatos de fusión nuclear para poder moverla. Algo que, a todas luces, supera las actuales posibilidades técnicas del ser humano.

Así que, de momento, las nanonaves de Hawking son la única opción real de poder enviar una misión a Alfa Centauri. Por eso, la mudanza a Próxima Centauri b tendrá que esperar.

Juan Scaliter