La desaparición de la megafauna en Australia ha sido objeto de debate por parte de los científicos: ¿Cambio climático o humanos? O quizás una combinación de ambas. Ahora, por primera vez un estudio aporta pruebas inequívocas de que los responsables pudimos ser los humanos, al menos en el caso del Genyornis newtoni, un ave de más de 200 kilos de peso y 2 metros de altura.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Boulder, Colorado, dirigido por Gifford Miller, analizó los restos quemados de cáscaras de huevos en 2.000 sitios diferentes en toda Australia y su conclusión no deja lugar a dudas: “Creemos que es la primera y única evidencia segura de que los humanos cazaban estos animales ahora extintos. Hemos documentado quemaduras características en cáscaras de huevos de Genyorinis en más de 200 sitios en el continente”. El trabajo ha sido publicado en Nature Communications.

En la mayoría de los sitios estudiados, los huevos no se encontraban en un radio mayor de tres metros, todos presentaban quemaduras que por la temperatura alcanzada y el tiempo de exposición no presentan los mismos patrones que fuegos accidentales y debió tratarse de hogueras intencionadas. Todo esto hace pensar a Miller que los antiguos habitantes de la zona recolectaban los huevos para alimentarse, reduciendo notablemente el éxito reproductivo de este animal. La datación efectuada sobre los restos coincide con los primeros vestigios de presencia humana en la región, unos 50.000 años atrás.

Otra evidencia que apoya esta conclusión es que también se encontraron restos quemados de huevos de emus, ave endémica del continente, que también presentan patrones similares en las cáscaras.
El ave extinta, una suerte de avestruz hipervitaminado, compartía hábitat con canguros de 500 kilos, lagartos de 8 metros de largo, un león marsupial de 150 kilos (el Thylacoleo carnifex) y tortugas del tamaño de un coche. Hoy no existe ninguno de ellos. De hecho, Miller asegura que durante aquellos años, el 85% de la fauna que pesaba más de 44 kilos, desapareció.

Juan Scaliter