A 12.400 millones de años luz de la Tierra se encuentra el cuásar W2246-0526. Un cuásar es una fuente de energía electromagnética. La mayoría de ellos brilla intensamente, pero hay algunos, 1 de cada 3.000 para ser precisos, que son conocidos como Hot DOGs (sigla de Hot, Dust-Obscured Galaxies o galaxias oscurecidas por el polvo). Y, entre todos ellos, el cuásar W2246-0526, es la más luminosa conocida en el Universo, vista cuando este tenía menos del 10% de su edad actual. El Universo tiene poco más de 13.000 millones de años de vida y como esta galaxia se encuentra a 12.4000 millones de años luz, la visón que nos llega desde allí es lo que ocurrió en aquellos tiempos.
Gracias al uso del ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), un conjunto de telescopios ubicados al norte de Chile, un equipo de investigadores liderado por Tanio Díaz-Santos de la Universidad Diego Portales, en Santiago de Chile, ha podido espiar por primera vez el interior del cuásar. Esto es posible ya que el ALMAes el único instrumento capaz de detectar la débil longitud de onda, de un milímetro, que emiten los átomos de carbono.
En verdad lo que buscan es el movimiento de los átomos de carbono ionizados, que actúan como brújulas de gas interestelar y emiten naturalmente luz infrarroja. Esta es la luz que buscaba ALMA. “Hemos encontrado enormes cantidades de material interestelar – explica Díaz-Santos – que se encuentran en un estado extremadamente turbulento desplazándose a unos dos millones de kilómetros por hora”.
Todo ello hace que W2246-0526 sean tan brillante como 350 billones de soles (350 trillones en inglés, no se trata de un error de traducción). Por si fuera poco con esto, la luz no escapa directamente, sino que es absorbida por el polvo que rodea la galaxia y re-emitida en forma de luz infrarroja. Lógicamente esto tiene un impacto directo y violento en toda la galaxia. La región alrededor del agujero negro es al menos 100 veces más luminosa que el resto de la galaxia combinada. Si estas condiciones continúan, la radiación infrarroja intensa expulsaría todo del gas interestelar de la galaxia hacia el universo.
El trabajo se ha publicado en Astrophysical Journal Letters.
Mejor para nosotros, más posibilidades de formar estrellas.

Juan Scaliter