A 3.800 millones de años luz nuestro, científicos de un equipo internacional de universidades de China, Chile y Estados Unidos, han detectado una bola de gas de unos 16 kilómetros delargo, con una energía equivalente a 200 supernovas promedio y 570.000 millones de veces más brillante que el Sol. Se trata de ASASSN-15lh.
El hallazgo se realizó en junio, pero recién ahora otros astrónomos pudieron confirmar los datos obtenidos entonces. El trabajo ha sido publicado en la revista Science y fue posible gracias al uso del All-Sky Automated Survey for Supernovae (ASASSN).

De acuerdo con Todd Thompson, profesor de astronomía de la Universidad de Ohio y uno de los autores del trabajo, “para generar esa cantidad de energía, debería girar unas 1.000 veces por segundo y convertir toda la energía rotativa en luz con una eficiencia cercana al 100%”. Estos números la situarían como un magnetar o magnetoestrella (estrella de neutrones con un campo magnético extremadamente fuerte) cercana a lo imposible. “Una vez que confirmemos la información recurriendo al Hubble – explica Thompson – sabremos más. Pero si de verdad estamos hablando de un magnetar sería, primero, un ejemplo extremo de lo que creíamos físicamente posible y, segundo, el evento más luminoso que podríamos ver jamás”.
Si el telescopio Hubble descubre que ASASSN-15lh se encuentra en el centro de la galaxia, podría no tratarse de un magnetar sino de una actividad nuclear alrededor de un agujero negro supermasivo. Lo que lo convertiría “en un evento completamente nuevo”, señala otro de los autores, el profesor de astronomía Christopher Kochanek, también de la Universidad de Ohio.

En una ciencia acostumbrada a magnitudes de distancia y energía enormes, ASASSN-15lh desafía todo lo conocido y deja una pregunta flotando en gravedad cero: “No solo debemos preguntarnos cómo es posible – concluye Kochanek –, también hay que intentar saber de dónde viene toda esa energía”.
“La respuesta más honesta a este interrogante – explica Subo Dong, director de la investigación y profesor de la Universidad de Peking – es que no sabemos cuál podría ser la fuente de esa energía, pero su descubrimiento podría llevarnos a una nueva forma de observar las supernovas”.

Juan Scaliter