Muchas explicaciones científicas sobre el origen de los arcos iris detallan de manera deliciosa lo que no ocurre, y obvian lo que verdaderamente hace que los colores surjan en el cielo. Cuando el científico del Centro Nacional de Investigaciones Meteorológicas francés Jean Louis Ricard propuso una nueva clasificación de arcos iris la semana pasada, partiendo de este comentario, quizá no fue consciente de que su clasificación podría inspirar poca confianza. Pero no hay duda de que su aportación, presentada ante sus colegas presentes en la conferencia otoñal de la Unión Geofísica Americana, es interesante. Sobre todo porque asegura que puedes encontrarte con doce tipos distintos.

Según su análisis de cientos de fotografías, se puede clasificar el fenómeno en función de diversos parámetros. Los apartados dependen, por ejemplo, de cuántos colores se ven en el arco. También se clasifican en función del número de arcos iris supernumerarios que tienen. Estos arcos son los que se despliegan por encima y paralelos al principal, que es siempre el que más colorido se ve. Normalmente, es fácil identificar un segundo arco iris, más grande, pero es raro ver un tercero.

La clasificación también atiende a las bandas oscuras de Alexander. Estas bandas son los espacios oscurecidos que quedan entre los distintos arcos. Curiosamente, el cielo bajo el arco iris principal siempre es de un color más claro.

Ricard y sus colegas enfatizaron que no es cierto que todos los arcos iris tengan siete colores. Depende del momento del día. Sus investigaciones en la materia han revelado que la banda roja crece durante el ocaso. Justo antes de que el sol se ponga, el arco iris es fundamentalmente rojo, aunque en él queda algo de amarillo. También esto sirve para hacer nuevas clasificaciones.

Por último, el científico puso en duda la misma explicación popularmente aceptada de qué causa las diferencias entre los distintos arcos iris. Ricard argumentó que no es cierto que el tamaño de las gotas de agua en suspensión que lo forman sean las responsables. Más bien -indicó- se debe al aposición del sol respecto al horizonte.

Redacción QUO