La gran noticia astronómica del verano: el descubrimiento de un exoplaneta bautizado como Kepler-452b y que, según la NASA, es el más parecido a la Tierra que se ha encontrado hasta la fecha. Tanto, que algunos ya lo han calificado de planeta hermano al nuestro. Otros, más entusiastas aún, han llegado a situarlo en la categoría de gemelo. Pero tampoco han faltado los «aguafiestas » de turno que aseguran que lo anterior es un tanto exagerado y que, como mucho, se quedaría en la categoría de primo. Pero, ¿cuál es la realidad?

En Quo nos pusimos en contacto con el astrofísico Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona, quien nos ayudó a poner los puntos sobre las íes en esta noticia. ¿Es realmente tan parecido Kepler-452b a nuestro planeta? Pues, según explica Armentia, habría que matizar el término «parecido». «Es un planeta que también orbita en torno a una estrella solar que se cree que es del tipo G2, o sea, similar a nuestro Sol (que es del tipo G5) y que lo hace a una distancia que lo sitúa en la zona en la que podrían darse las condiciones de habitabilidad. El nuevo planeta tarda 385 días en completar su órbita, solo veinte más que la Tierra. Además, su tamaño es bastante similar, ya que solo es un 60% más grande (lo que lo convierte en un plantea ‘gordo’), lo cual en términos astronómicos no es demasiada diferencia». Aunque, si solo tuviéramos en cuenta el tamaño, habría otro más parecido al nuestro. «Se trata de Kepler-186f, cuyo radio solo es un 10% mayor que el de la Tierra», nos comentó Javier Gorgas, presidente de la Asociación Española de Astronomía, con quien también contactamos.

Lo que ocurre, es que hay quien apunta a que ese 60% más de tamaño que tiene Kepler-452 respecto a la Tierra, hace posible que en vez de ser un planeta rocoso sea una especie de gigante gaseoso, como Neptuno. A este respecto, Armentia nos comentó que: «Lo habitual es que, por la distancias a la que se encuentra situado respecto a su estrella, se trate de un planeta rocoso, como el nuestro. Pero que sea habitual no quiere decir que siempre sea así. Por eso, las posibilidades de que sea un gigante gaseoso no se pueden descartar del todo». Para ello, habría que conocer la masa del planeta, algo que no sabemos. «Podemos saber cuál es su tamaño por su tránsito y por el eclipse que crea al pasar por delante de su estrella. Pero, aunque aún no podemos estar seguros de cuál es su masa, si que se han hecho estimaciones a partir de la información que poseemos, y éstas indican que es factible pensar que se trata de un planeta rocoso. Aunque, como ya digo, aún no hay ninguna certeza y lo contrario tampoco se puede descartar del todo».

La pregunta que todo el mundo se está haciendo es si Kepler-452b sería entonces un planeta habitable. «No lo sabemos. Está situado en el rango en el que las condiciones de habitabilidad podrían darse, pero no estamos seguros de ello. Ni aunque tuviéramos la certeza de que es un planeta rocoso, lo sabríamos. Podría no tener casi atmósfera, como le sucede a Marte, o sufrir un terrible efecto invernadero». «Es lo que le ocurre por ejemplo a Venus», nos comentó Javier Gorgas. «Es un planeta que está en la zona de habitabilidad y que en su superficie debería tener una temperatura media de 15 o 20º pero, por causa del efecto invernadero, es de 500º».

El hallazgo, sin duda, es muy importante, aunque cómo nos cuenta Armentia: «Cada año se descubren dos nuevos candidatos al título de planeta más parecido a la Tierra. Es algo similar a lo que ocurre con el anuncio del hallazgo de agua en Marte. Parece casi obligado que cada cierto tiempo alguien lo haga. De hecho, en enero, ya se había anunciado el hallazgo de otro, llamado KOI-487.01. Su volumen, su radio, su órbita, lo asemejan aún más a la Tierra, pero toda esa información está pendiente de confirmación». Si finalmente se confirmase, KOI-487.01 le arrebataría a Kepler-452b el privilegio de ser nuestro planeta hermano, gemelo, primo… o lo que sea.

Redacción QUO