El clima de Juego de Tronos ha sido un tema persistente desde que Ned Stark dijo: Winter is coming (Se acerca el invierno). Pero el mantra de los libros del particular mundo de George R.R. Martin es también una advertencia. Según se explica en la novela fantástica Canción de Hielo y Fuego, hay dos posibilidades de invierno en el mundo de Westeros: inviernos duros y largos de casi 900 días o más cortos y suaves que alcanzan los 600 días. Estos se suceden de una forma caótica que parece no tener un patrón.

En el planeta Tierra, así como en cualquier planeta o luna, las estaciones se deben a la inclinación del eje de rotación de éste. En el nuestro es de 23,5 grados en relación a la órbita que sigue alrededor del Sol, una inclinación que es casi invariable y que produce en nuestro planeta las estaciones. Pero en el planeta de Juego de Tronos, esta tiene una inclinación variable que podría cambiar deforma constante, lo que permite que existan estaciones de diferente duración e incluso extremas. Gracias a la ciencia sabemos que los planetas que disponen de ella suelen mantenerse estables con respecto al eje de rotación. En los libros se explica que el planeta de la novela fantástica tiene una Luna y que tuvo otra que eclosionó cuando los dragones llegaron, hecho que quizá provocó un cambio brusco en el eje de inclinación.

Por otro lado, el clima inusual de este universo fantástico tiene grandes similitudes con la Europa medieval, donde los cambios del clima influyeron en la evolución social y económica por el impacto sobre los recursos hídricos, el desarrollo del cultivo y la consecuente hambruna.

Otra explicación podría estar vinculada a la radiación solar recibida en la superficie, lo que se conoce como albedo, que es el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja con respecto a la radiación que incide sobre la misma. Es probable que, con el tiempo que se gastan en Poniente, parte de la nieve se quede en en el suelo en el extremo norte durante el verano. Un albedo alto tiende a enfriar el planeta, ya que la radiación absorbida y aprovechada para calentarlo es mínima. Además, el colapso de las grandes capas de hielo al norte de El Muro también podría desestabilizar rápidamente la circulación oceánica, lo que reduce el calor en el norte y conduce hacia una gran masa de nieve y hielo en el sur.

Para que las temperaturas descendiesen drásticamente en condiciones glaciares, requeriría una gran disminución de la radiación solar recibida en ciertas ubicaciones en la superficie de la Tierra. Del mismo modo, un aumento permitiría condiciones climáticas más cálidas. Esto es, más o menos, lo que ocurrió en los periodos glaciares e interglaciares y que se conoce como variaciones orbitales. Sin embargo, estos ciclos oscilan entre 23.000 y 100.000 años, mientras que en Juego de Tronos ocurren antes de una década.

Otra de las teorías es que el mundo de Juego de Tronos sea un planeta circumbinario que orbita alrededor de dos estrellas a la vez. En el año 2013, un grupo de científicos publicó un estudio de cómo serían las estaciones si el mundo de Canción de Hielo y Fuego perteneciese a un sistema binario. Según reconocían, un mundo con estas características podría experimentar inviernos cortos o largos que se sucederían de forma caótica sin un patrón determinado. Este tipo de planetas existen en realidad: se han descubierto más de 15 sistemas de este tipo hasta ahora.

Fuente:

iflscience.com

Redacción QUO