La permanencia en el espacio durante largos períodos de tiempo afecta al grosor de la piel. Si eres un ratón… Así lo ha demostrado un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Lieja (Bélgica), para analizar el impacto de la ingravided sobre el organismo de los roedores. Para ello, los científicos mantuvieron a tres ratones en condiciones de ingravidez durante un total de 91 días, a bordo de la Estación Espacial Internacional, lo que supone el período más prolongado que ha pasado un animal en dichas condiciones. Y lo que observaron fue que la piel de los cobayas perdía parte de su espesor.

Los ratones sufrían una atrofia cutánea que suponía una reducción del 15% del grosor de su piel. Por contra, también se detectó una mayor presencia de folículos pilosos en fase de crecimiento activo. O lo que es lo mismo, que el pelo les creía más rápidamente que en la Tierra.

Ahora, hay que ver si esos resultados también son extrapolables a los humanos. Lo cierto es que numerosos astronautas se habían quejado al finalizar sus misiones de que su piel se irritaba con mucha más facilidad. Y, de hecho, el primer cosmonauta que fue sometido a una prueba de ultrasonidos, Thomas Reuter, también mostró síntomas de atrofia cutánea.

Redacción QUO