“Esta tecnología es una versión moderna de los que casi cuarenta años atrás se describía en la película El Chip prodigioso”, asegura el investigador Sylvain Martel, de la Universidad Politécnica de Montreal. Lo que Martel, junto a otros científicos del Centro Hospitalario Universitario Sainte-Justine, es desarrollar una técnica para que nanopartículas magnéticas abran la barrera hematoencefálica. Esta valla impide que muchas sustancias tóxicas pasen de la sangre al cerebro, pero permiten el paso de nutrientes y oxígeno. Gracias a ello a partir de ahora se torna una posibilidad muy real enviar moléculas directamente al cerebro.
De acuerdo con Anne-Sophie Carret, coautora del estudio, “estamos de camino para alcanzar nuestro objetivo de desarrollar un mecanismo que lleve la medicina al sitio deseado y así tratar desórdenes oncológicos, psiquiátricos, neurológicos o neurodegenerativos entre otros”.
Para abrir la barrera hematoencefálica, primero se utiliza un escáner de resonancia magnética (MRI) para guiar las nanopartículas magnéticas hacia el lugar deseado. Entonces se genera un campo de radiofrecuencia que hace reaccionar a las partículas disipando calor y creando estrés en la barrera. Esto propicia que durante un tiempo determinado, unas dos horas, y en un espacio muy preciso, la barrera se abra. De este modo se evita que elementos tóxicos o con efectos secundarios circulen por la sangre o tejidos antes de llegar al sitio deseado. Y se llega a sitios que hasta ahora la cirugía más precisa no alcanzaba.
El estudio se ha publicado Journal of Controlled Release y resulta un avance fundamental ya que el 98% de las moléculas cargadas con medicinas no lograban, hasta ahora, cruzar la barrera hematoencefálica.

Juan Scaliter