Ya ha pasado más de un siglo y medio desde que el área de Broca, en nuestro cerebro, es reconocida como el centro de mando de nuestra capacidad para el lenguaje y la vocalización. Ahora, científicos de la Universidad de California en Berkeley y de la Universidad Johns Hopkins University en Maryland, cuestionan esa afirmación con una nueva evidencia: esta región del cerebro se desactiva cuando hablamos en voz alta.
En los años 1860, el médico francés Paul Broca señaló a la región prefrontal del cerebro como la responsable del lenguaje. Aquellos que han sufrido daño en este área del cerebro tienen dificultad para hablar: emiten frases cortas de modo dificultoso y a menudo se “saltan” vocablos que conectan palabras, como “y”, “pero” o “el”.
Los expertos de las mencionadas universidades, siguieron mediante electrodos, el rastro de señales eléctricas emitidas por el cerebro de pacientes hospitalizados por epilepsia mientras repetían palabras que escuchaban y leían. El estudio demostró que las áreas que se activaban eran el corteza auditiva (donde procesaban las palabras oídas), el área de Broca (allí se preparaban para las palabras que iban a emitir) y la corteza motora (activa cuando finalmente decían las palabras en voz alta).
“Hasta ahora nuestra convicción sobre la responsabilidad del área de Broca en el lenguaje era la que nos guiaba para comprender esta habilidad en el cerebro – asegura Adeen Flinker, investigador en la Universidad de California –. Este hallazgo nos permite obtener una visión menos bipartidista en la que el área de Broca no es el centro del habla, sino una región que coordina los estímulos que recibimos, el procesamiento de ellos y la planificación para emitir sonidos”.
Básicamente lo que descubrió el equipo de Flinker es que al área de Broca (localizada justo por encima y detrás de nuestro ojo izquierdo) se coordina primero, con la corteza temporal, encargada de organizar los estímulos recibidos y luego con la corteza motora, para planear qué sonidos emitir y cómo mover la boca para conseguirlos, pero cuando lo hacemos, es decir, cuando hablamos, el área de Broca “se apaga”.
“Cada año millones de personas sufren algún tipo de ataque que deja secuelas en áreas del cerebro que controlan el lenguaje – explica Flinker –. Nuestro resultados permitirían trazar el mapa del lenguaje en el cerebro para guiarnos en casos de neurocirugía”. El estudio ha sido publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Redacción QUO