Los prestidigitadores conocen este truco desde hace más de cien años. Se basa en algo tan sencillo como controlar el efecto de la refracción de la luz sobre un juego de cuatro espejos, colocados de modo que esta “esquiva” un objeto situado detrás de ambos. Lo que ha hecho Lowell en el vídeo que grabó con sus hijos es demostrar visualmente cómo funciona.

Para su experimento, el profesor utilizó dos parejas de espejos de un tamaño de 60 x 90 cm. Y lo que hizo fue algo tan simple como colocar ambas parejas una frente a otra en un ángulo de 90º. De esta forma (tal y como se aprecia en el esquema de la derecha), la segunda pareja de espejos refleja la luz que llega desde la primera, de manera que detrás de ambas se crea una especie de región oculta en forma de “V” lo bastante grande como para que parezca que su hijo Isaac (que se encuentra en ella, tal y como se ve en el famoso vídeo), se ha vuelto invisible.

Un inconveniente de este dispositivo es que, a medida que el observador se acerca a los espejos, el truco se va haciendo más evidente. De hecho, las fotos con las que los Howell lo ilustraron en su reportaje publicado en Arxiv (en el que la mitad de una silla oculta deja ver un cubo de basura tras ella) se tomaron a 25 m de distancia.

La ventaja de su simplicidad hace, en cambio, que sea muy sencillo aumentar el tamaño de la región oculta, usando espejos de mayores dimensiones.

¿Os animáis a replicar este sencillo experimento con vuestros hijos? Si es así, recordad que la ilusión óptica de “desaparición” solo se cumple si el observador se encuentra en el ángulo correcto.

Le hemos preguntado a una colaboradora de Howell si el profesor imagina alguna aplicación práctica a este experimento. La respuesta hace sonreír y deja preocupado al mismo tiempo: “Howell cree que el mecanismo de espejos podría emplearse para ocultar los coches de la policía cuando se parasen a un lado de la carretera a controlar con el radar la velocidad a la que circulan los conductores”. ¡Brillante!

Redacción QUO