Por fin hemos sido los primeros en algo. Aunque en este caso realmente no haya motivo para sentirnos muy orgullosos. Porque nuestro pais, españa, fue el primer estaod de la historia que tuvo el dudoso privilegio de declararse en bancarrota.

Felipe II heredó de su padre Carlos I (o V) un gran imperio, pero también una deuda estremecedora que superaba los 15 mil millones de maravedíes, una cantidad astronómica cuya equivalencia con la moneda actual resulta casi imposible de calcular.

Como era lógico, los intereses de dicha deuda fueron creciendo y la situación económica se agravó con los costes de las guerras europeas y de la conquista de América. Ni siquiera el oro y la plata procedentes de las indias sirvieron para atenuar aquella situación.

El estado español llegó a declarar varias suspensiones de pagos, pero no se limitó a eso y puso en práctica una especie de antecedente del infausto corralito. Así, la corona española emitió un edicto por el que confiscaba cualquier barco con mercancias valiosas que llegasesn a los puertos españoles. De esta forma, navíos con sus cargamentos intactos eran enviados directamente a los puertos de Amberes para que entregaran sus mercancías a los banqueros y prestamistas holandeses.

La inflación se disparó y el precio del trigo llegó a superar el 50% en solo unos pocos años, provocando la ruina y la miseria del pueblo llano. Pero, por supuesto, se tomaron medidas para intentar paliar aquel desastre: ¡los altos cargos se bajaron los sueldos! Hasta el propio rey recortó los presupuestos para sus comidas y su servidumbre en un intento de dar una imagen de austeridad.

¿Y luego dicen que la historia no se repite?

Vicente Fernández López