El universo ha terminado su tarea. Estudios recientes demuestran que la formación de estrellas en el cosmos está finalizando. Parece haber formado el 95 % de las estrellas de que es capaz. ¿Llegará un momento en el que el cielo será un manto oscuro? Las regiones más bellas de la Vía Láctea son los brazos espirales, donde aún se están formando estrellas nuevas. La nebulosa de Orión, a unos 1.300 años luz de distancia, es un magnífico ejemplo: en su seno encontramos hasta 700 soles jóvenes en diferentes estados de formación. Observando Orión y otras nebulosas brillantes, tanto en nuestra galaxia como en otras cercanas, uno podría tener la ilusión de que el universo pasa por una exuberante fase de formación estelar, pero ¿es esto cierto?

Es posible responder a estas preguntas estudiando galaxias progresivamente más lejanas. Esto es gracias a que el universo se comporta como una máquina del tiempo, lo que nos permite asomarnos al pasado. En efecto, la velocidad de la luz es altísima (1.000 millones de kilómetros por hora en el vacío) pero no infinita, lo que nos permite un método muy gráfico para medir las distancias astronómicas. Cuando decimos que la galaxia A se encuentra a una distancia de un millón de años luz, estamos diciendo que la luz que recibimos de ella hoy fue emitida hace un millón de años o, dicho de otro modo, que la estamos viendo hoy tal y como era en el pasado.

Así, observando galaxias más y más lejanas, vamos descubriendo el universo en épocas progresivamente más primitivas. Podemos de ese modo rebobinar en el tiempo y tratar de reconstruir su historia desde el Big Bang (que sucedió hace 13.700 millones de años) hasta nuestros días. Esto es lo que hizo recientemente el equipo de astrónomos de David Sobral, de la Universidad de Leiden: tomaron instantáneas del universo 4, 7, 9 y 11 miles de millones de años en el pasado, y las compararon con el universo actual, tal y como lo observamos en las galaxias cercanas. Para obtener estas imágenes instantáneas utilizaron algunos de los telescopios más potentes del mundo: el Subaru y el UKIRT en lo alto del volcán Mauna Kea en Hawái, y el VLT del Observatorio Europeo Austral en Cerro Paranal (Chile). Los astrónomos emplearon exactamente el mismo método observacional en todos los telescopios y cubrieron una amplia porción de cielo, mucho más grande que lo que se había hecho hasta ahora, escudriñando las propiedades de las galaxias en esas épocas del pasado.

Una frenética actividad hace 11.000 millones de años
La sorprendente conclusión es que la actividad en formación estelar del cosmos va declinando de manera continuada. La creación de estrellas en el universo actual es treinta veces menor que la que fue hace once mil millones de años.

100.000 millones es la cantidad de estrellas que hay en nuestra galaxia

10.000 millones de años se calcula que será la vida de nuestro Sol

3 estrellas nacen al año en la Vía Láctea

13.700 millones de años es la edad de las más viejas del universo

El 95 % de las estrellas del universo actual se han formado en los últimos 11.000 millones de años, pero la mitad de todas ellas nacieron durante los primeros 2.000 millones de años de ese período. Han sido precisos otros 8.000 millones (es decir, un período cuatro veces más largo) para formar la otra mitad. Extrapolando hacia el futuro la actividad de formación estelar, resulta que el universo, aunque esperemos indefinidamente, ya solo formará un 5% más de las estrellas actuales.

Nuestro cosmos está dominado hoy, pues, por estrellas viejas; la mayor parte de los nacimientos se produjeron hace miles de millones de años. Pero ¿cuál fue la razón de aquella frenética actividad en la formación estelar? Poco se sabe. Es cierto que las galaxias de aquella época, hace once mil millones de años, parecen contener mayor proporción de gas interestelar (el ingrediente a partir del cual se forman las estrellas), pero también se observan muchas galaxias en interacción. La colisión entre galaxias es un mecanismo reconocido como sumamente eficaz para incrementar la fabricación de estrellas.

[image id=»56851″ data-caption=»La constelación de Orión alberga en su interior hasta setecientos soles jóvenes en distintos estados de formación.» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Un estudio reciente, realizado con el telescopio espacial de infrarrojos Herschel, de la Agencia Espacial Europea, así lo ha confirmado. La doctora Caitlin Casey, de la Universidad de Hawai, lo utilizó para estudiar 767 galaxias con enormes brotes de formación estelar en un amplio rango de distancias cosmológicas. Casey y sus colaboradores concluyeron que tales colisiones y brotes fueron más frecuentes en un período entre unos 10.000 y 4.000 millones de años del pasado. Las colisiones entre galaxias en esas épocas, por medio de la creación de brotes de formación estelar, contribuyeron significativamente al número global de estrellas nuevas en el universo.

Pero cuando tales colisiones empezaron a ser menos frecuentes, la actividad fue declinando hasta llegar a la situación en la que el cosmos se encuentra hoy.

Si la tarea principal del universo era crear estrellas, podemos decir que prácticamente ya la ha completado. En las nubes interestelares de las galaxias locales aún quedan ingredientes para cocinar algunas más, y eso nos ofrece deslumbrantes espectáculos como el de la nebulosa de Orión. Pero por muy sorprendente que parezca, se trata de una actividad residual, puesto que el universo ya ha hecho la mayor parte de su trabajo.

Redacción QUO