Hoy, domingo, hemos trabajado con toda tranquilidad pues, aunque en estos días se incrementan las visitas espontáneas, nos pillan más descansados; no en balde, ayer sábado descansamos. En líneas generales, sólo descansamos los sábados -a veces ni eso- y a todo el mundo le llama la atención pero es una práctica que permite hacer compras en Rascafría con las tiendas abiertas, hacer la colada, etc.

También nos preguntan dónde nos alojamos. Los tres primeros años estábamos en un hotel de Alameda del Valle, La Posada de Alameda, donde su propietario, Tomás Canalda, y Gregorio, el encargado, nos trataban de maravilla. Hicimos buena amistad. Hoy, Gregorio tiene un bar en la plaza de Rascafría y le visitamos cuando podemos.

Pero, afortunadamente, desde hace 4 años la Dirección General de Juventud de la Comunidad de Madrid nos deja unas instalaciones que antes cerraban justo en el periodo de nuestra excavación, en el Albergue de los Batanes. Nos viene de maravilla porque ahorramos dinero que destinamos a otros usos del proyecto y, lo mejor, posee unos salones amplios en los que hemos montado nuestro laboratorio. En él, tenemos varias dependencias para informática, para siglado, para lavado, para análisis y para restauración, triado, fotografía, revisión a la lupa, etc. Mañana le pediré a Belén Márquez que os cuente con algo más de detalle todas las cosas que hacemos en los talleres. Además, en un espléndido salón de actos con el que cuenta el albergue, organizamos encuentros científicos del equipo y a veces con invitados en ciclos de conferencias abiertas al público, como el Universo Neandertal I. Continuar leyendo.

Redacción QUO