Necesitamos vitamina D3 activada, también conocida como calcitriol, para mantener la composición química de la sangre y de los tejidos óseos. Se puede obtener a partir de suplementos, pero es más barato (por no decir algo más agradable) absorberla a la antigua usanza, es decir, saliendo al exterior y tomando el sol.

El proceso biológico es muy básico: un compuesto de la piel reacciona con la luz ultravioleta procedente del sol para producir moléculas precursoras de la vitamina D. Dos átomos de carbono de la provitamina cambian de lugar entonces para dar lugar a la vitamina D3, que refuerza el volumen de los huesos. Todo sucede con gran rapidez; tras unos minutos bajo el sol, el cuerpo ha absorbido suficiente luz como para producir varias veces la necesaria ingesta diaria de vitamina.

Redacción QUO