Depende de la fuente del pulso. Los pulsos electromagnéticos (PEM) suficientemente potentes como para preocuparnos proceden de dos fuentes: los emitidos por el Sol, y los generados por una bomba nuclear u otro dispositivo nuclear.

La primera fuente, especialmente las eyecciones de masa coronal, no presenta problemas. Pero una cantidad ingente de eyecciones podría dar al traste con la red eléctrica, dice Bill Murtagh de la Administración Oceánica y Atmosférica. Las líneas eléctricas transmiten la electricidad en corriente alterna, pero un pulso generado por una eyección podría introducir directamente la corriente del sistema. Ello provocaría un recalentamiento de los transformadores, que funcionarían de forma defectuosa o se colapsarían.

Pese a los numerosos dispositivos de seguridad incorporados a la red, los transformadores afectados podrían inutilizar grandes segmentos de la red. La única forma de volver a ponerla en funcionamiento sería sustituir los componentes defectuosos. Pero, aunque las eyecciones han dejado fuera de combate a más de un satélite, nuestra atmósfera refleja gran parte de la energía, y la radiación que nos llega es demasiado difusa para destruir los aparatos electrónicos.

Un PEM generado por el hombre puede ser una amenaza más grave. Si uno de ellos se produce el vecindario, hay un riesgo muy probable de que el pulso introduzca un voltaje extra en los componentes del circuito, quemándolos sin remedio.

Redacción QUO