Bueno, digámoslo de esta forma: si metes una taza de café humeante en el refrigerador, no se enfriará de inmediato. De la misma manera, si el Sol se ‘apagara’ (lo que es físicamente imposible), la Tierra seguiría caliente -al menos en comparación con el universo que la rodea- durante algunos millones de años más. Pero nosotros, los habitantes de la superficie, sentiríamos el frío mucho antes.

En una semana, la temperatura global de la superficie de la Tierra bajaría hasta los -17,8 ºC. En un año, hasta los -129 ºC. Las capas superiores de los océanos se congelarían pero, como si fuera una ironía apocalíptica, el hielo asilaría las aguas profundas y evitaría que los océanos se congelaran por completo durante cientos de miles de años. Millones de años después, nuestro planeta estaría muy cerca del cero absoluto, a unos estables -240 ºC. A esa temperatura, el calor que desprendería el núcleo del planeta sería el mismo que la Tierra irradiaría al espacio, explica David Stevenson, profesor de ciencia planetaria en el Instituto de Tecnología de California.

Redacción QUO