No sería tan trágico. Un ascensor espacial (estructura permanente destinada a transportar económicamente material al espacio) se extendería desde una plataforma oceánica situada en el ecuador hasta un contrapeso de 725 toneladas a 99.779 kilómetros de la superficie terrestre.

Cada vez que la cabina del ascensor ascendiera con una carga de 13,6 toneladas, la masa añadida incrementaría un femtosegundo la duración normal de un día. (Es el mismo principio por el que un patinador que gira extiende los brazos para frenar.)

Hay otras cosas por las que preocuparse

Brad Edwards, experto en desarrollo de ascensores espaciales y presidente de X-Tech, empresa dedicada al desarrollo de materiales de alta resistencia, asegura que no es motivo de preocupación. Acontecimientos actuales como el deshielo de los glaciares (que transportan millones de toneladas de agua desde los polos al ecuador) frenan más la rotación de la Tierra de lo que lo haría un viaje en ascensor espacial. Además, el ascensor no variaría el movimiento de la Tierra alrededor del Sol.

La única manera de dificultar la rotación de la Tierra sería desplazar algo con un peso equivalente al uno por ciento de la masa terrestre. «Estamos hablando de lanzar al espacio algo con una masa similar a la de la Luna», comenta Edwards. «Simplemente no va a pasar».

Redacción QUO