Este fenómeno energético conocido como Ráfagas de Radio Rápidas (FRBs por sus siglas en inglés) fue captado por primera vez en 2007. Desde entonces, han sido detectadas cerca de un centenar de repeticiones convirtiéndose en uno de los eventos espaciales más misteriosos y poderosos del Universo, hasta el punto de que por el momento se desconoce la causa real de estas extrañas señales: ¿son alienígenas, agujeros negros, explosiones de estrellas? Sea lo que sea, por segunda vez en una semana, se ha dado a conocer que ha sido posible dar con el origen de la zona del galaxia desde donde llegan estas radiaciones electromagnéticas que apenas duran unos milisegundos. Así que a pesar de no conocer la causa, al menos ya sabemos desde dónde llegan (kilómetro arriba, kilómetro abajo).

La ráfaga de la que os hablamos se detectó el pasado 23 de mayo, pero la información la conocemos ahora. Recibe el nombre FRB 190523 y fue captada por el Observatorio de Radio Owens Vallet (OVRO) del Instituto Tecnológico de California a unos 7.900 millones de años luz en una galaxia lejana muy parecida a la nuestra, tanto en términos de tamaño como de antigüedad. Esto implica que nuestra propia Vía Láctea sería capaz de generar este tipo de emisiones fuera de nuestro entorno, algo que choca con creencias anteriores.

Otra de las peculiaridades de esta nueva señal que ha sido captada es que es única, no existe repetición como en la reportada en 2014 (FRB 121102) donde sí se detectó, por lo tanto es más difícil de rastrear o estudiar, de buscarle un significado. El reto se vuelve mayor y es necesario el uso de un radiotelescopio especial, como el que usan en OVRO. El conocido como Deep Synoptic Array-10 (DSA-10) fue capaz de dar con esa señal, generar datos y compararlos con los obtenidos por el Observatorio Keck, en Hawái. En un futuro se espera aumentar 100 nuevos platos a los 10 actuales, lo que permitirá que la actual matriz sea capaz de «cazar» más de 100 FRBs en un año.

La nueva señal se une a la anunciada el pasado jueves, la FRB 180924, que se generó en una galaxia a unos 3.600 millones de años luz de distancia. Es necesario estudiar con detenimiento ambas señales y estar atentos por si surgen más con el tiempo, avanzando no solo en el origen sino también en la causa.

Fuente: Science Alert / Nature

Alberto Pascual García