Son muchos los animales que se echan una cabezada durante el día, una costumbre que se hace más intensa en los días cálidos, probablemente una protección evolutiva contra la exposición al calor del mediodía. Pero las siestas tienen una doble cara para los seres humanos. Si son cortas ayudan con la memoria y el aprendizaje, pero demasiado sueño diurno está asociado con diabetes o Parkinson.

Ahora un equipo de científicos, liderado por Isaac Edery, ha identificado un gen supresor de la siesta en las moscas de la fruta. El hallazgo, publicado en Current Biology, arroja luz sobre la biología de una costumbre que ayuda a muchas seres vivos, incluidos los humanos, a equilibrar los beneficios de una buena siesta con los de realizar actividades importantes durante el día.

Los investigadores del Centro de Biotecnología y Medicina de Rutgers descubrieron un gen en las moscas de Drosophila que, cuando las temperaturas descienden, se activa para suprimir la tendencia de las moscas a tomar una siesta durante el día. El objetivo probablemente sea para que puedan pasar más tiempo buscando alimento o pareja.

“Este gen – explica Edery en un comunicado – contribuye a la flexibilidad de comportamiento, o la capacidad de esconderse del sol del mediodía cuando hace calor, pero participar en actividades buenas para sobrevivir cuando hace frío. Eso probablemente ayudó a estas moscas a expandirse más allá de su hogar ancestral en el África ecuatorial para colonizar con éxito zonas templadas de todo el mundo”.

El gen está ubicado junto a otro, llamado PER1, que regula el reloj circadiano de las moscas y rige los ciclos diarios de vigilia-sueño. Los investigadores descubrieron que la actividad de ambos está estrechamente relacionada. El gen PER1 se activa con las temperaturas bajas para producir la supresión del gen de la siesta.

«Aunque el gen Daywake no está presente en los humanos – concluye Edery –, nuestro hallazgo refuerza la idea de que el sueño nocturno y la siesta diurna están gobernados por mecanismos distintos y cumplen funciones separadas para la salud y la supervivencia. El descubrimiento de que las actividades de una secuencia en un gen pueden desencadenar la acción de un gen cercano es en sí mismo un hallazgo novedoso que promete revelar nuevos mecanismos reguladores de genes en moscas y otros organismos”.

Juan Scaliter