Solo pasa una vez cada 30 años. Por eso, los radares de la NASA no pierden detalle de la trayectoria seguida por el asteroide 2005 YU55, descubierto en 2005 por un grupo de astrónomos de la Universidad de Arizona, el cual tiene prevista su aparición el próximo día 8 de noviembre a las 23.28 UT (una hora más en España), momento en el que, como vienen haciendo desde hace semanas, radiotelescopios de todo el mundo seguirán desde cerca su trayectoría para identificar su órbita y analizar su superficie.

Dicen los expertos que es un suceso único, y no les falta razón. Según Scott Fisher de la National Science Foundation: «Es la primera vez desde 1976, que un objeto de este tamaño ha pasado tan cerca de la Tierra. Nos da una gran y rara oportunidad, para estudiar un objeto como este cerca de la Tierra». Esto supone para los investigadores una valiosa oportunidad, ya que pueden estudiarlo detenidamente y a una calidad incomparable sin tener que poner en marcha una costosa investigación. Si bien en otras ocasiones asteroides de esta magnitud han pasado cerca de la Tierra, nunca los expertos lo han sabido con anterioridad. Ahora también saben que no volverá a ocurrir hasta el año 2028.

El asteroide tiene un diámetro de 400 metros, y pasará a una distancia de la Tierra de tan solo 324.600 kilómetros, una cercanía que no se registraba desde hace más de 200 años y que es menor que la distancia de la Tierra a la Luna (384.400 km). Su rotación es muy lenta según afirman los expertos y tiene un color negruzco que recuerda al carbón. Su brillo será similar a una estrella de magnitud 11, visible desde el telescopio entre las constelaciones de Pegaso y del Aquila.

Los más afortunados serán los que lo vean desde EEUU y Europa, aunque todos los astrónomos del mundo tienen una oportunidad única para obtener material gráfico con una calidad muy superior a las de estudios anteriores sobre asteroides.

Según han asegurado los expertos, «No hay ninguna posibilidad de que este objeto llegue a chocar con la Tierra o la Luna» y por tanto, no supone ninguna clase de peligro para nosotros.

Redacción QUO