Los científicos saben que el tipo de grasa que se puede medir con una cinta no es lo más peligroso. Pero, ¿cuál es la forma más efectiva de combatir la grasa interna y visceral que no puedes verse o sentir? La respuesta: el ejercicio.

Esa es la conclusión de un equipo de expertos liderados por Ian J. Neeland, que analizaron dos tipos de intervenciones: la modificación del estilo de vida (ejercicio) y la farmacológica (medicina), para aprender la mejor manera de vencer la grasa que se encuentra en la profundidad del abdomen. Los resultados se han publicado en Mayo Clinic Proceedings.

“La grasa visceral puede afectar los órganos locales o a todo el sistema corporal – explica Neeland en un comunicado –. Cuando los estudios utilizan el peso o el índice de masa corporal como métricas, no sabemos si las intervenciones están reduciendo la grasa en cualquier parte del cuerpo, o simplemente cerca de la superficie”.

Para averiguarlo, el equipo de Neeland evaluó los cambios en la grasa visceral en 3.602 voluntarios durante un período de 6 meses. Tanto el ejercicio como los medicamentos resultaron en menos grasa visceral, pero las reducciones fueron más significativas por kilo de peso corporal perdido con el ejercicio.

“La ubicación y el tipo de grasa es importante. Si solo mide el peso o el IMC, puede subestimar el beneficio para la salud de perder peso – añade Neeland –. El ejercicio en realidad puede derretir la grasa visceral”.

El crecimiento en el número de obesos está siendo progresivo y sostenido, con aproximadamente tres millones de nuevos casos por década. De acuerdo con un reciente estudio español, en 2016 había en nuestro país unos 24 millones de personas con exceso de peso, lo que suponía el 70% de la población adulta española. En 2006 la cifra era de 21 millones. Los resultados muestran que las cifras aumentarán a un ritmo de 3 millones por década.

“Algunas personas que son obesas tienen enfermedades del corazón, diabetes o síndrome metabólico, y otras no – concluye Neeland –. Nuestro estudio sugiere que una combinación de enfoques puede ayudar a reducir la grasa visceral y potencialmente prevenir estas enfermedades».

Juan Scaliter