“No podemos vivir o funcionar solos; hay una colaboración constante entre las decenas de billones de microbios que habitan en nuestro cuerpo, y nosotros mismos”, así condensaba ayer el biólogo estadounidense Jeffrey Gordon (1947) los fundamentos de su trabajo. Lo declaraba tras saberse merecedor del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2018 en la categoría de Biología y Biomedicina.

Este profesor y Director del Centro de Ciencias Genómicas y Biología de Sistemas de la Universidad de Washington en Saint Louis nos ha enseñado que somos mucho más de lo que se ve a simple vista. Y que los billones de bacterias que pueblan nuestro sistema digestivo influyen de manera decisiva en nuestras defensas, la obesidad y la malnutrición. Formado en biología y medicina, inició su carrera estudiando el desarrollo del sistema gastrointestinal, para centrarse después en las grandes colonias de microorganismos con los que mantenemos una constante interacción. El estudio de esa simbiosis fue su primera gran contribución a la ciencia.

“La gente debe adoptar una visión más amplia de sí misma: somos una maravillosa mezcla de componentes genéticos y celulares de microbios y humanos”, explicaba el investigador. “Hay cien veces más genes microbianos que humanos en nuestros cuerpos, así que en ese sentido somos más microbianos que humanos, pero el hecho es que nos beneficiamos mutuamente de la compañía que nos hacemos. La pregunta que debemos hacernos es hasta qué punto nuestra biología es fruto de la contribución de nuestros microorganismos”.

A partir de sus descubrimientos, hoy sabemos que esos microscópicos seres participan incluso en el desarrollo de enfermedades neurológicas. Y esos conocimientos abren a su vez nuevas vías de tratamiento para la patologías en las que se ven implicados. Según el acta del jurado, presidido por Angelika Schnieke, catedrática de Biotecnología Animal en el Departamento de Ciencias Animales de la Universidad Técnica de Múnich (Alemania), “los trasplantes de microbiota fecal pueden ser beneficiosos para el tratamiento de algunas enfermedades, entre ellas algunos tipos de colitis. A medida que avanza el conocimiento de los mecanismos moleculares precisos que median la influencia de las bacterias sobre nuestra fisiología, se abre una gran promesa en el desarrollo de tratamientos contra diversas enfermedades humanas”.

Pilar Gil Villar