Observaciones realizadas por un grupo de expertos, liderados por Pier-Emmanuel Tremblay, han revelado que los remanentes de estrellas como nuestro Sol, llamados enanas blancas, tienen un núcleo de oxígeno sólido y carbono debido a una transición de fase similar a la del agua que se convierte en hielo, pero a temperaturas mucho más altas. Esto podría hacerlos potencialmente miles de millones de años más viejos de lo que se pensaba anteriormente.

El hallazgo se ha publicado en Nature y se basa en gran medida en las observaciones realizadas con el satélite Gaia de la Agencia Espacial Europea.

Las enanas blancas son algunos de los objetos estelares más antiguos del universo. Son increíblemente útiles para los astrónomos ya que su ciclo de vida predecible los convierte en relojes cósmicos para estimar la edad de los grupos de estrellas vecinas con un alto grado de precisión. Son los núcleos restantes de gigantes rojos, después de que estas grandes estrellas hayan muerto y se hayan desprendido de sus capas externas y se estén enfriando constantemente a medida que liberan su calor acumulado a lo largo de miles de millones de años.

Para este estudio, los astrónomos seleccionaron 15.000 candidatas a enanas blancas a unos 300 años luz de la Tierra y analizaron los datos sobre la luminosidad y los colores de las estrellas.

“Esta es la primera evidencia directa de que las enanas blancas se cristalizan – explica Tremblay en un comunicado –. Hace cincuenta años se predijo que deberíamos observar un aumento en el número de enanas blancas en ciertas luminosidades y colores debido a la cristalización y solo ahora ha sido posible. Todas ellas se cristalizarán en algún momento de su evolución, aunque las más masivas pasan por el proceso antes. Esto significa que miles de millones de enanas blancas en nuestra galaxia ya han completado el proceso y son esencialmente esferas de cristal en el cielo. El Sol mismo se convertirá en una de ellas en unos 10 mil millones de años”.

La cristalización es el proceso de un material que se convierte en un estado sólido, en el que sus átomos forman una estructura ordenada. Bajo las presiones extremas en los núcleos de la enana blanca, los átomos se unen de forma tan densa que sus electrones se vuelven libres. Cuando el núcleo se enfría a unos 10 millones de grados, se ha liberado suficiente energía para que el fluido comience a solidificarse, formando un núcleo metálico en su corazón con un manto de carbono.

Juan Scaliter