Si la evolución es real, ¿por qué aún existen los monos? ¿Cómo es posible que seamos descendientes de ellos si siguen habitando entre nosotros hoy día y no se han extinguido? Muy a pesar de que puedas ver el fiel reflejo de un primate en tu compañero de trabajo o en los tertulianos de algunos programas de televisión, nuestra relación evolutiva con los monos modernos es mucho más distante de lo que en realidad se piensa.

«Esta es una pregunta habitual entre los biólogos evolutivos», afirma el Dr. Paul Willis, paleontólogo y director de RIAus. Una pregunta habitual entre los biólogos que no debiera tener tanto protagonismo, pues si os fíjáis, la pregunta en sí misma revela un par de malentendidos fundamentales sobre cómo funciona la Teoría de la Evolución.

Los humanos no evolucionaron de los monos modernos

En primer lugar, los humanos no evolucionaron de los monos que conocemos actualmente. En cambio, los monos y los humanos sí comparten un ancestro común del que los dos evolucionaron hace alrededor de 25 millones de años. Si bien todos sabemos que Darwin, padre (o abuelo) de la Teoría de la Evolución, afirmó en su libro El origen del hombre que «el hombre descendía del mono», los científicos, paleontólogos y zoólogos han realizado todo tipo de pruebas y análisis para corroborar, que en esa afirmación, Darwin no estaba del todo en lo cierto, y esto se ha demostrado tanto por los registros fósiles como por el ánalisis de ADN, donde se ha encontrado un cóctel con elevado contenido de mono pero con un 2% de sustancia desconocida aún para los investigadores.

Como indica Paleofreak «Cualquier especie tiene parte de genoma común con sus parientes y otra parte no tan común, pero eso no significa que vengan de otro bicho. Solo significa que cada uno evoluciona a su bola y claro, se producen diferencias.».

En 2007, un estudio demostró que los humanos y los monos Rhesus (Macaca mulatta) – una de las especies de primates más conocidas del Viejo Mundo-, compartimos aproximadamente el 93% del ADN. Sobre la base de similitudes y diferencias entre los dos tipos de ADN, los científicos estimaron que los seres humanos y los monos Rhesus se separaron del antepasado que tienen en común hace unos 25 millones de años.

En 2009, un nuevo primate fósil hasta entonces desconocido es hallado en Myanmar, Birmania. Tras realizar las investigaciones pertinentes,el equipo internacional de científicos a los que fue asignada la investigación, sugieren en su publicación que los ancestros comunes de monos y humanos evolucionaron a partir de primates asiáticos y no africanos. Ancestros que vivieron hace 37 millones de años.

En realidad, los seres humanos estamos más estrechamente relacionados con los chimpancés y otros simios, pero la evidencia de ADN vuelve a demostrar que no evolucionamos únicamente de ellos. Humanos y chimpancés compartimos en torno al 98~99% del ADN, pero sigue sin ser un 100%. Ese 2% restante sugiere que compartimos un ancestro común durante unos 6 millones de años.

La evolución no es lineal

Según el Dr. Willis: «la idea de compartir un ancestro común, lleva al segundo malentendido inherente a la cuestión: que la evolución es un proceso lineal que hace que una especie evolucione en otra». En realidad, la evolución es un proceso ramificado, es decir, una especie puede dar lugar a dos o más especies, lo que es una bifurcación evolutiva hacia dos grupos distintos. Según ironiza Willis, «la falacia de la evolución lineal es lo mismo que si nos preguntamos: ¿cómo puedo tener abuelos en común con mis primos, si mis primos y mis abuelos siguen vivos?». La respuesta sería, por supuesto, que «nuestros abuelos tenían más de un hijo, que cuando crecían, se iban del hogar y formaban sus propias familias creando ramas de su árbol genealógico».

Aquí viene también la patraña del «eslabón perdido», expresión usada por algunos periodistas para presentar nuevos fósiles transicionales que molan o que son importantes y que no hacen más que evocar una falsa evolución lineal. Evolucionistas como el conocido Paleofreak, comienzan a rendirse en su afán de desmentir el término allí donde un periodista mal informado lo dice. «El eslabón perdido sugiere que la evolución es una cadena a la que aún falta una clave. Aún la comunidad científica sigue buscando la prueba de que existe la evolución. Es absurdo dedicarse a buscar pruebas de que la evolución existe, como lo es buscar pruebas de que la Tierra se mueve» afirmaba un resignado Paleofreak en las conferencias Amazings de Bilbao celebradas el pasado mes de septiembre.

El proceso es el mismo para las familias evolutivas. Una especie puede dividirse en dos o más especies descendientes y se pueden dividir una y otra vez a través de las generaciones. Es más, en gran parte de los casos, los linajes pueden desarrollarse «como arbustos» en vez de hacerlo «como árboles».

El falso ‘nazismo’ de Darwin y Alfred Russel

Otro de los puntos de la evolución en el que hay confusión debido a que la política circense ha metido sus zarpas -demostrando con ello su falta de conocimientos sobre la evolución biológica- ha sido en el punto de la selección natural, asociada erróneamente como concepto negativo debido al mal uso que se hizo del mismo durante el horror alemán y que parece evocar sangre, terror y destrucción.

A pesar del uso negativo e innecesariamente partidista que se ha hecho de esta cuestión inherente a la evolución, es un aspecto muy importante en la teoría evolutiva. La selección natural se utiliza para explicar, por ejemplo, el origen del nacimiento de las especies y su adaptación al medio, y no el origen de su extinción: las especies no se extinguen por selección natural, lo que es un malentendido muy habitual.

De hecho, la formulación clásica de la selección natural, propuesta por Darwin como medio para explicar la evolución biológica, totalmente aséptica y desprovista de la falaz intoxicación de la política, «establece que las condiciones de un medio ambiente favorecen o dificultan, es decir, seleccionan la reproducción de los organismos vivos según sean sus peculiaridades«.

La selección natural puede ser definida como la siguiente ley general, expresada por Darwin en las conclusiones de El origen de las especies:

«Existen organismos que se reproducen y la progenie hereda características de sus progenitores, existen variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los miembros de una población en crecimiento. Entonces aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente«.

«La evolución no existe»

A pesar de las, sobradas ya, demostraciones de su existencia, en España, una de cada cinco personas niega que exista la evolución, es decir: niegan que seamos parientes de los animales, es decir, niegan… ¡el hecho evolutivo!. Lo peor, es que como recuerda frecuentemente Paleofreak, muchos de ellos son profesores y enseñan a vuestros hijos, sobrinos y nietos. En el mundo, el escepticismo hacia la evolución cuenta con un 20% de negacionistas. Evidentemente, como podréis intuir, sus afirmaciones están tan basadas en la realidad como lo están las noticias diarias del diario humorístico: El Mundo Today.

Redacción QUO