Imaginar una amenaza puede ayudarnos a vencer los miedos, según una investigación publicada en Neuron. El estudio tiene fuertes implicaciones para el tratamiento de la ansiedad y los trastornos relacionados con el miedo.

La investigación se centró en la diferencia entre cómo el miedo se aprende y no se aprende. Las personas aprenden rápidamente a temer una experiencia amenazadora o desagradable, y el miedo se repetirá cuando se detecten señales, como imágenes o sonidos, asociados con aquella mala experiencia. Esto puede afectar negativamente la calidad de vida y vincularse a trastornos emocionales como el trastorno de estrés postraumático, las fobias y la ansiedad.

Una de las formas más efectivas de eliminar el miedo es experimentar las señales amenazadoras sin tener la mala experiencia, algo conocido como «extinción de amenazas» o «aprendizaje de extinción». Es el tratamiento más habitual contra las fobias.

Para probar la efectividad de la imaginación en este tipo de terapia y sus mecanismos neuronales, un equipo de científicos, liderados por Daniela Schiller, expuso a 68 voluntarios a dos sonidos diferentes, uno de los cuales se combinó con una incómoda descarga eléctrica. A continuación, los participantes fueron divididos aleatoriamente en tres grupos. El primer realizó la terapia de “extinción imaginada”: es decir, fueron dirigidos a reproducir los sonidos en su cabeza lo mejor que pudieran. Al segundo grupo, se le sometió a los estímulos auditivos reales y el tercero actuó como grupo de control y solo debió imaginar sonidos de la naturaleza, como aves cantando o lluvia. El recuerdo de amenazas se restableció en todos los participantes a través de cuatro descargas sin señal sonora, después de lo cual todos los participantes fueron expuestos nuevamente a los estímulos auditivos condicionados. Al mismo tiempo se realizaron imágenes de resonancia magnética funcional (MRI) en cada fase y se registraron continuamente las respuestas en la piel.

“Descubrimos que la extinción imaginada y la extinción real eran igual de efectivas en la reducción de las respuestas neuronales y fisiológicas relacionadas con la amenaza provocadas por la exposición a señales amenazadoras – explica Schiller – . Más específicamente, los resultados de neuroimagen indicaron que ambas activaron una red de supresión de amenazas que involucraba a la corteza prefrontal ventromedial”.

Esta es una región clave del cerebro, involucrada en la capacidad de extinguir las respuestas de amenaza aprendidas. A menudo se altera en los trastornos de ansiedad. El estudio muestra que imaginar señales que provocan amenazas se vincula a los mismos mecanismos neuronales que las señales de amenazas reales, logrando la misma capacidad para inhibir y reducir las respuestas a las amenazas en situaciones de seguridad.

Juan Scaliter