Existe una sustancia en las lágrimas de los ratones recién nacidos que hace que las hembras sean más propensas a rechazar los avances sexuales de los machos. Esa es la conclusión de un estudio publicado en Nature Communications como parte de una investigación que busca comprender cómo se comunican los animales utilizando feromonas.

Por ahora no se pueden establecer conexiones directas entre el comportamiento humano y del ratón ya que las feromonas son específicas de cada especie.

“Si los humanos pueden detectar algo en lágrimas, seguramente no usamos la misma señal de feromonas o receptores que los ratones. Pero estamos investigando si las especies comparten los neurocircuitos básicos vinculados a cómo el cerebro procesa una señal olfativa que afecta al comportamiento” , señala Kazushige Touhara, líder del estudio.

El objetivo del estudio es utilizar esta feromona como un control natural de natalidad en ratones y así para reducir las poblaciones de roedores en el futuro.

«Es poco probable que otros animales se vean afectados porque las feromonas son específicas de cada especie – añade Touhara –. El comportamiento de rechazo del sexo es un instinto innato, por lo que también es poco probable que los ratones aprendan a cambiar su comportamiento o ignoren una feromona artificial”

Sólo los ratones juveniles de una a tres semanas producen la feromona, llamada péptido exocrino secretor de glándulas 22 (ESP22). El ESP22 no se transmite por el aire y carece de un olor notable, pero la feromona se propaga por todo el territorio mientras las madres y los ratones jóvenes limpian las lágrimas en la rutina de acicalamiento.

“El ESP22 es difícil de sintetizar artificialmente – afirma Touhara –, por lo que queremos encontrar una porción más pequeña de la molécula de la feromona y agregarla al agua potable de los ratones. Esto podría evitar que se reproduzcan en áreas donde son plagas”.

Mientras las feromonas ESP22 producen un rechazo en cuanto al sexo, las ESP1 los estimulan, pero ambas se procesan por receptores únicos en la nariz.

“El descubrimiento de que un solo receptor afecta a ambas feromonas nos muestra que las moléculas individuales pueden influir de un modo drástico en el comportamiento del animal y eso es lo que debemos aprovechar”, concluye Touhara.

Juan Scaliter