Actualmente, el uso medicinal de los cannabinoides, es un tema de debate en todo el mundo. El tetrahidrocannabinol (THC, el principal constituyente psicoactivo del cannabis) se usa en el campo médico para tratar ciertos tipos de dolor, calambres musculares, mareos y pérdida de apetito. Sin embargo, es ilegal y puede provocar efectos secundarios. Más de dos décadas atrás, el químico Yoshinori Asakawa descubrió una sustancia en la Radula perrottetii (una especie de hepática) que estaba relacionada con el THC. Los expertos bautizaron a esta sustancia perrottetinene. En este producto natural, los átomos individuales están unidos entre sí de una manera similar a la del THC, sin embargo, difieren en su estructura tridimensional y además exhiben un grupo bencilo adicional.

Hace unos años, Jürg Gertsch del Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular de la Universidad de Berna, descubrió que había quienes vendían las plantas hepáticas por internet como sucedáneo de la marihuana. Y decidió compararlas bioquímica y farmacológicamente.

Usando modelos animales, pudieron demostrar que el perrottetinene llega al cerebro con mucha facilidad y que, una vez allí, activa específicamente los receptores de cannabinoides. Incluso, el estudio publicado en Science Advances demuestra un efecto antiinflamatorio más fuerte en el cerebro que el del THC, algo que hace que el perrottetinene sea particularmente interesante cuando se considera su potencial aplicación médica.

“Es sorprendente que solo dos especies de plantas, separadas por 300 millones de años de evolución, produzcan cannabinoides psicoactivos tan similares”, concluye Gertsch.

Juan Scaliter