El pasado 25 de marzo, el satélite SWIFT de la NASA detectó una gran explosión de rayos X en el centro de una galaxia. En dos estudios publicados en la revista Nature, sendos grupos de investigadores coinciden en atribuir el fenómeno a la acción devoradora de un agujero negro sobre una estrella que se acercó demasiado a su campo de acción.

Es la primera vez que se observan los indicios de este fenómeno desde que se pone en marcha. La mayoría de las galaxias albergan en su centro un agujero negro que puede superar en mil millones de veces la masa de nuestro Sol. Cuando su inmensa fuerza gravitatoria atrapa a una estrella, la desintegra y su materia, principalmente gaseosa, queda atrapada en una espiral que gira sobre el agujero negro. Tan vertiginosamente, que sus partículas, a elevadísimas temperaturas, empiezan a desplazarse desde el centro de la espiral al agujero negro. Mientras tanto, emiten una gran cantidad de rayos X, que han sido las observadas por el SWIFT y otros detectores, y analizadas por el equipo de David Burrows de la Universidad Pen State (EEUU). La luminosidad de esa explosión ha resultado ser unas 10.000 mayor de lo que predecían los modelos teóricos.

Sin embargo, una parte de esas partículas son expelidas con gran fuerza hacia el exterior en lo que se denomina un chorro relativista. Al interactuar con la materia interestelar, producen ondas de radio que en este caso han detectado numerosos observatorios desde la Tierra, y que se encarga de interpretar el equipo de Ashley Zauderer, principal autor del segundo estudio de Nature y miembro del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian de Cambridge (EEUU). Parte de ese chorro ha sido más fácil de localizar porque fluye en dirección a la Tierra y los investigadores consideran que podrán seguir observándolo durante la mayor parte del próximo año. Eso sí, la galaxia es tan lejana, que el destello ha tardado unos 3.900 millones de años en llegar hasta nosotros y se ha calculado que su masa puede equivaler a la de un millón de veces la del Sol.

Pilar Gil Villar