Según una investigación reciente que ha sido publicada en la revista Science, la teoría sobre la formación de la Luna que hasta ahora dábamos por cierta podría tener los días contados.

Los científicos americanos responsables del estudio, han analizado pequeños restos de sedimentos y granos de vidrio volcánico que fueron recogidos en 1972, fecha en que se realizó la última misión a la Luna –Apolo 17– y en la que hallaron que bajo la superficie lunar se encuentra agua, pero 100 veces más de la que se pensaba inicialmente, lo que señala que en algún momento la Luna albergó un volumen de agua parecido al contenido en el Mar del Caribe.

De confirmarse este nuevo hallazgo, las teorías sobre que la Luna debe su formación a los escombros (impactos de cometas de hielo, meteoritos acuosos…) de una gran colisión entre la Tierra y otro cuerpo espacial se vendrían abajo. De hecho, los investigadores siempre han considerado que tras la fuerza de dicho impacto, todo el agua se evaporó entre los escombros.

Pero, sin embargo, ahora este estudio demuestra todo lo contrario y de corroborarse, ayudaría a saber no solo cuánta agua contiene la Luna, sino cómo y a partir de qué se formó.

Ya en el 2008, varios científicos del Instituto Carnegie y de la Universidad de Brown (el mismo grupo de investigadores actuales), analizaron el agua que contenían las muestras de magma lunar que el Apolo 17 recogió y afirmaron entonces, en un artículo de la revista Nature, que había «10 veces más agua de la que esperaban». El problema estuvo, en que las muestras que analizaron habían sido extraídas de las denominadas «fuentes de fuego», por lo que parte del agua habría sido hervida y, en consecuencia, no medida.

Ahora, la diferencia radica en que el mismo equipo de científicos ha hallado una serie de «cápsulas geológicas del tiempo» entre los residuos según explica el autor principal del estudio, Erik Hauri: «Hemos hallado muestras de magma atrapadas dentro de cristales sólidos denominados olivinos. Debido a que este magma está atrapado dentro de un cristal, no puede perder su agua tras una erupción, por lo que las inclusiones derretidas preservan el contenido de agua original del magma».

Fue entonces, cuando se percataron del alto contenido en agua de las muestras.

Si fuese confirmada la investigación de los científicos americanos, se estaría desafiando a una de las teorías más antiguas sobre los orígenes de la Luna, que hasta ahora sostenían que su formación se debía al choque de la Tierra con escombro espacial. Hasta ahora se había pensado que un objeto de más o menos el tamaño de Marte habría estrellado con la Tierra mientras se estaba formando, lanzando un «disco» de material fundido y además fragmentado, que con el tiempo se fusionó con la Luna. Pero… si fuera ese el escenario real, el agua habría hervido en consecuencia de las temperaturas extremas generadas por el impacto y la Luna habría empezado a secarse.

Este es el motivo, por el que, aunque existe suficiente evidencia para apoyar la teoría, los científicos aseguran que algo no cuadra: «estas creencias no coinciden con la cantidad de agua que nos encontramos» afirmó Hauri. «Supongo que la idea de la teoría del impacto sigue siendo correcta, pero hay algo fundamental acerca de la física del proceso que no entendemos».

Redacción QUO