Su propuesta comienza cuando el Sistema Solar cumplía cien millones de años y era un complejo aún en contracción a partir de la nube de gas y polvo que le dio origen. Javier Licandro, astrónomo del Instituto de Astrofísica de Canarias, la refiere así: “En esa época, los planetas se estaban formando. Este X, un objeto inusualmente grande, tuvo un encuentro con Neptuno, que lo lanzó fuera, modificando su órbita, como ha hecho con casi todos los transneptunianos. A partir de ahí, evolucionó”. En ese exilio, provocó una revolución en varias etapas que ha ido transformando lo que hoy es el cinturón. En primer lugar, cuando un objeto sale expelido, acaba por situarse en una órbita determinada. Como lo habitual es que se halle circundado por una infinidad de semejantes también en marcha, han de llegar a una “entente cordial” entre sus respectivos movimientos. Cuando dos de ellos se aproximan demasiado, el mayor expulsará de la zona al más pequeño, le lanzará a otro lugar para que “rehaga su vida” en un circuito libre de grandullones. Pero otro instrumento para mantener la paz espacial es jugar con el ritmo. Algunos objetos transitan por las mismas zonas, pero lo hacen a un ritmo que les impide cruzarse, y conviven, así, en las que se denominan órbitas resonantes. “A la larga, esos son los que sobreviven”, resume Licandro. Semejante estrategia podría explicar el movimiento actual de Plutón y sus semejantes. Otra de las consecuencias de la aproximación entre los pobladores del espacio afecta al plano de sus órbitas. El disco originario que dio lugar al Sistema Solar se hallaba en un plano perpendicular a su eje de rotación, al igual que los cuerpos que fueron surgiendo de él. Pero cuando dos cuerpos se encuentran y el menor de ellos tiene una ligera inclinación en su órbita, el encuentro pronuncia esa inclinación. Como es un proceso que puede repetirse, una elipse muy inclinada significará que su dueño lleva tiempo topándose con elementos mayores. Sedna podría contarse entre los castigados, y uno de sus modificadores quizá fuera X en su ruta migratoria. Al finalizar el éxodo, el planeta desconocido se estableció en un circuito de dominio absoluto que fue dibujando el nítido límite del cinturón. De esta forma, las piezas de la teoría encajan.

INDICIOS SOBRE NEGRO
LÍmite del cinturón de Kuiper. A una distancia de unas 50 UA del Sol, la abundancia de rocas heladas se interrumpe de repente. Este abrupto final podría explicarse porque un objeto situado aún más lejos de nuestra estrella hubiera abierto paso a su propia órbita, creando un territorio vacío a fuerza de repeler con su rebote gravitatorio a los cuerpos menores que se cruzasen en su camino.
Sistema Solar. Durante el proceso de creación del Sistema Solar, muchos planetas del tamaño de la Tierra se formaron cerca del Sol. Algunos se unieron en otros más grandes, como Júpiter, Urano, Neptuno y Saturno. Cuando estos empezaron a moverse, sus fuerzas gravitatorias expulsaron a otros menores a órbitas muy lejanas.
Cinturón. Comienza justo detrás de Neptuno, que se encuentra 30 veces más lejos del Sol que la Tierra. El primer objeto fue identificado en 1992 por David Jewitt y Jane Luu, del observatorio Mauna Kea de Hawai. Desde entonces, la lista ha crecido hasta superar los mil cuerpos de roca helada.
Nube de Oort. Región situada a uno o dos años luz de nuestro Sol en la que se encuentra una reserva de cometas. Sabemos que es esférica, porque los cometas que proceden de ella vienen de todas las direcciones posibles y con cualquier inclinación respecto a las órbitas de los planetas. Hay quienes defienden que objetos como Sedna quizá pertenezcan a la nube de Oort.

MATERIAL, PESOS Y MEDIDAS
Para determinar las características de X, Lykawka ha recurrido a lo que ya sabemos sobre la formación del Sistema Solar. Javier Licandro explica que: “Un objeto con la mitad de la masa de la Tierra y formado en la región de Neptuno no puede ser gaseoso, como este, porque para retener el gas necesitaría muchísima más masa”. Pero tampoco puede estar hecho del mismo material que nuestro planeta, porque “la mayor parte del material en estado sólido en su lugar de origen era hielo, que se encontraría en una proporción altísima en su composición”, añade.

AL ESTILO DE PLUTÓN
Sus órbitas son resonantes, es decir, el ritmo al que se mueven garantiza que, aunque sus recorridos se crucen en algún punto, nunca estarán tan cerca como para colisionar o repelerse hacia otras zonas. Por ejemplo, mientras Neptuno da 3 vueltas al Sol, Plutón da 2.

OBJETOS «DESCOLGADOS»
Han sido catapultados por otros a órbitas muy inclinadas y alargadas. Con Sedna como representante más famiiar para nosotros, probablemente estuvieron alguna vez en el cinturón y algo los atrajo hacia regiones más extremas. Ese algo podría haber sido un X aún más alejado.

LOS CLÁSICOS
Un tercer grupo de objetos se mueve en órbitas más “dis­cretas”, más circulares y en un plano apenas inclinado. Según Javier Licandro, así serían to­dos los objetos del cinturón de Kuiper si no les hu­bieran afectado planetas más grandes que se estaban alejando del centro del Sistema Solar.

Redacción QUO