Los anillos de Saturno son los restos fósiles de una luna cubierta de hielo cuyo núcleo rocoso se sumergió en el planeta poco después de que el planeta se formara, hace unos 4,5 mil millones de años. Así lo señala un artículo de la revista Nature.

Los anillos de Saturno han desconcertado a los científicos desde que fueron descubiertos a mediados del siglo XVII. En particular, ninguna de las hipótesis sobre su origen ha podido explicar hasta ahora por qué las partículas individuales de los anillos, que varían en tamaño desde bolas de granizo hasta otras más diminutas, tienen un promedio de entre 90% y 95% de hielo. Si la luna se desintegró en la órbita de Saturno, como algunos astrónomos han sugerido, los anillos deberían estar compuestos aproximadamente por la mitad de hielo y la mitad de roca, como la mayoría de las lunas lejos del sol.

La nueva teoría explica la composición rica en hielo de los anillos y las características extrañas de algunas de las pequeñas lunas de Saturno. Para ello, su autor, la científica planetaria Robin Canup, del Southwest Research Institute en Boulder, Colorado (EE.UU.) creó detalladas simulaciones informáticas. A medida que el planeta se fusionó durante el nacimiento del sistema solar, hace más de 4,5 millones de años, el disco giratorio de gas que lo rodea incluyó varias lunas del tamaño de Titán, el satélite más grande de Saturno y un 50% más grande que la luna de la Tierra. Sin embargo, las interacciones gravitatorias provocaron que uno a uno los satélites entraran en espirales de la muerte y se hundieran en el planeta. El sistema de anillos de Saturno serían por tanto los restos de la última luna que entró en esa espiral, una gigantesca bola de hielo con un núcleo rocoso, según Canup.

Los fragmentos de esa luna, en su origen de entre 1 y 50 kilómetros de diámetro, formaron un sistema de anillos de hielo hasta mil veces la masa de los anillos de la actualidad. Durante los posteriores 4,5 mil millones de años, las innumerables colisiones entre estos grandes trozos produjeron el gran anillo de partículas más pequeñas que se puede observar hoy día.

La nueva hipótesis también explica cómo las lunas de Saturno que orbitan más allá del borde del sistema actual de anillos podría haberse formado. Con el tiempo, los anillos exteriores y los pedacitos de hielo más alejados de Saturno llegaron a distancias donde la atracción gravitacional entre sí pudieron permitirles superar las fuerzas de arrastre o de marea del planeta, un proceso que sigue ocurriendo hoy en día, de acuerdo con observaciones de la nave espacial Cassini que ahora se encuentra en Saturno. En particular, dice Canuto, los resultados ofrecen una buena explicación de por qué la luna Tetis es aparentemente casi hielo puro.

Redacción QUO