Literalmente, al joven le dolía un huevo. Lo tenía inflamado, pero en Urgencias del Hospital del Vendrell no fueron capaces de diagnosticar la torsión testicular que sufría. Le dieron un antibiótico, y a casa. Dos días después cambió de hospital, y en el de Viladecans, tras realizarle una ecografía, dieron con el problema. Pero ya era tarde; la falta de flujo sanguíneo durante tantas horas dejó el testículo inservible y no hubo otro remedio que amputárselo.

La asociación El Defensor del Paciente, la pesadilla de las administraciones sanitarias, le ha arrancado al Servei Catalá de Salut una indeminización para el joven de 54.890,97. “Ni mucho, ni poco”, según su abogado, Pepe Aznar. Es lo cuesta un huevo en dinero, porque también tiene un coste laboral.

A M.M.C ir con un solo testículo por la vida le ha cerrado, sin ir más lejos, las puertas de la Benemérita (en el caso de que hubiera querido ingresar). Para convertirse en número de la Guardia Civil no se pueden tener “enfermedades, defectos físicos o anomalías (…) que precisen algún tratamiento específico o supongan riesgo o rechazo para las relaciones sociales y la convivencia del cuerpo”.

¿Qué riesgo supone para la “convivencia del cuerpo” disponer de un sólo testículo? Rubalcaba no lo ha aclarado, aunque la web del Ministerio del Interior sí entra en detalles de quienes no pueden optar al cuerpo . Y lo deja bien clarito: es posible rechazar a un aspirante por cualquier cosa que “afecte a su estética”, desde una cicatriz a una voz atiplada.

Redacción QUO