El gas de las galaxias en forma de disco se ve afectado por turbulencias cuya causa se desconocía. Hasta que Andrew Green, de la Universidad Swinburne (Australia) ha comprobado que esas perturbaciones son unas cinco veces más intensas en las galaxias de las primeras fases del Universo, que generaban más estrellas. Su conclusión: la energía liberada por los astros en formación es la responsable de los “remolinos” galácticos.

El descubrimiento, publicado en la revista Nature, se realizó cuando Green observó con dos telescopios australianos galaxias de un tipo ya considerado extinto, por su elevada tasa de formación de estrellas. Hasta ahora se pensaba que ese gran nivel de procreación sólo podía deberse al efecto permanente de corrientes de aire frío, algo característico de las primeras etapas del Universo.

Sin embargo, la confirmación de que aún existen ha llevado a plantear una nueva teoría para esa gran fertilidad: al ir surgiendo, los nuevos astros originan turbulencias que afectan al gas y polvo circundantes e influyen así en la formación de nuevas estrellas, que provocarían a su vez nuevas turbulencias. De esta forma se establece un proceso de crecimiento acelerado en la galaxia.

Pilar Gil Villar