El antropólogo de la Universidad Washington en Saint Louis (EE UU) Erik Trinkaus es desde hace años uno de los principales defensores de la teoría de la hibridación de los neandertales con otros himínidos. Sus conclusiones se basan en los datos aportados por el registro fósil, concretamente rasgos fisiológicos característicos de los neandertales presentes en los primeros humanos modernos y que incluyen, entre otros, la forma del cráneo y los dientes, el tamaño de esto, las clavículas, el metacarpio.

Según Trinkaus, esos rasgos sólo se explicarían como una herencia de los abuelos que la historia les ha negado hasta ahora. QUO ha querido conocer su reacción ante el estudio del genoma del neandertal publicado en Science; y estas son sus respuestas:

¿Hasta qué punto confirman los resultados sus propuestas?
Su resultado es que definitivamente hubo hibridación. Aceptaré este apoyo complementario a las conclusión que ya teníamos de que ésta tuvo lugar, pero no era necesario.

¿La evidencia genética tiene más fuerza que la evidencia fósil?
No. Ellos tienen muestras genéticas de tres huesos, un número insuficiente para establecer un diagnóstico, que fueron excavados en condiciones precarias hace años en un yacimiento, y las comparan con cinco humanos modernos. Da igual la cantidad de SNP’s (polimorfismo de nucleótido simple, un tipo de variaciones en el ADN) que hayan investigado. El tamaño de su muestra es de ocho, algo bastante patético, a pesar de todo el trabajo que supone extraer ADN de esos tres huesos supuestamente neandertales.

Entonces, ¿qué pruebas fósiles y qué rasgos le parece que apoyan con más contundencia la hibridación?
Hay muchísima evidencia anatómica en varios fósiles de los primeros humanos modernos que indican algún grado de mezcla (pueden ver, entre otros, mi estudio de 2007 en PNAS), y esos fósiles resultan mucho más relevantes, porque son inmediatamente posteriores a la época del posible mestizaje y no de 30.000 o 40.000 años más tarde.

Los autores hablan de un breve intercambio en Oriente Medio, mientras que Jeffrey Long hablaba hace poco de otro encuentro más en el Mediterráneo. ¿Qué posibilidad le parece más probable?
La interpretación de Long et al. Pääbo et al. utilizan un argumento muy enrevesado para contradecir la hibridación europea, a pesar de que sus propios datos genéticos indican que había variantes “Neandertales” en Siberia y, por tanto, por toda Eurasia. Se trata sencillamente del antiguo prejuicio de siempre contra los neardentales europeos.

¿Cree usted que podría haber habido hibridaciones más frecuentes y en una zona más amplia?
Probablemente ocurrieron hace 40.000 años y las pruebas de ello se diluyeron en los años siguientes a través de la deriva genética y más expansiones de la población. La anatomía de los humanos modernos más antiguos era principalmente “moderna”, como se sabe desde hace mucho, por eso sus ancestros tuvieron que ser “modernos” en su mayoría. Pero no sabemos con seguridad qué cantidad de hibridación se produjo, ni cuándo, ni en qué lugares a través de toda Eurasia.

Pilar Gil Villar