Donald Trump cumplió su nefasta promesa electoral y se desmarcó del Acuerdo del clima de París en cuanto vio la ocasión. Como si de un profeta estrafalario se tratase, el presidente número 45 de los Estados Unidos tuvo la osadía de asegurar públicamente que el cambio climático no existía, ante la atónita mirada del mundo entero y un terrible sentimiento de frustración de la comunidad científica.

Pero como se suele decir, «no se le puede pedir peras al olmo». Y nadie sabe mejor esto que los que trabajan día a día con el fantoche que ocupa el despacho oval. Por eso, el Departamento de Defensa del país -que hasta ahora era el más respetado del mundo-, ha pasado ampliamente de las directrices de Donald Trump sobre el cambio climático y ha decidido seguir las pautas marcadas por el exmandatario Barack Obama.

«No es por ti, es por mi»

La cuestión sorprende más porque James N. Mattis, actual Secretario de Defensa de los Estados Unidos, es uno de los funcionarios más leales a Trump. Pero al parecer, no está en absoluto de acuerdo con el negacionismo declarado de su jefe. Según un informe publicado en 2014 por Defensa, «el cambio climático tendrá un impacto real en nuestra milicia y en la manera en la que ejecutaremos nuestra misión. Los militares podrían ser invitados con más frecuencia para apoyar a las autoridades civiles ante los desastres naturales más frecuentes y más intensos».

Así que Mattis se ha visto obligado a decidir entre si le hace la pelota al jefe o evita un impacto medioambiental sin precedentes. El informe antes comentado, entre otras cosas, recoge una serie de directivas dictadas por la administración Obama. En enero de 2016, se publicó la directiva 4715.21, la cual versaba sobre «adaptación al cambio climático y resiliencia». El documento recoge todas las sugerencias de 2014, las mismas que fueron anuladas por Trump el pasado mes de marzo.

Según ha declaró el portavoz del Pentágono, Patrick Evans, «los efectos del cambio climático representan una gran variedad de riesgos y amenazas, pero no es un tema exclusivo del Ministerio de Defensa». Además, Evans agregó que actualmente se está analizando si es necesario modificar la directiva 4715.2.

Military Times explica que no existe una confrontación abierta entre Trump y Defensa (por lo que todavía se podría esperar un ataque de ira del presidente y un par de ceses viscerales), pero que este Departamento considera que el cambio climático sí es una amenaza y, por ello, establece una estrategia para tratar de mantener controlada la situación.

La presidencia de Trump acelerará el calentamiento global

Antes de que hiciese magia y fuese envestido presidente, Trump ya había anunciado que dejaría de lado el Acuerdo del clima de París. La opinión que le merece este asunto, la deja reflejada en algunos tuits como estos:

Preocupados por esta revelación, un grupo de analistas independientes decidieron valorar cómo afectaría la presidencia de Donald Trump al calentamiento global. Y es que, en su opinión, además de calentar globalmente a otros países y mandatarios, Trump será responsable directo de acelerar el cambio climático.

Según explica el documento, Trump podría llegar a liberar 3,7 millones de toneladas de dióxido de carbono extra en el mundo. Para que os hagáis una idea de la magnitud de este dato, esto viene a ser la huella de carbono emitida por Canadá… multiplicada por seis.

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Según explicaba entonces Yuan-Sheng Yu, uno de los Analistas de Inteligencia que publicaron el estudio, «los analistas independientes no apoyamos candidatos, pero los datos obtenidos y el pertinente análisis realizado, muestran claramente que las políticas de energía -y las emisiones resultantes- irían en direcciones muy distintas con Clinton y Trump». A lo que añadía que «el cambio climático no ha sido uno de los protagonistas en la cobertura de los medios de comunicación en estas elecciones, pero los votantes deben ser conscientes de las consecuencias de su voto sobre un tema tan importante».

En este punto, os preguntaréis de dónde salen todas esas millones de toneladas extra de veneno en nuestro aire. Según calcularon los analistas, al cancelarse el acuerdo de París, Trump retomaría el proyecto del polémico oleoducto Keystone XL, levantaría las restricciones impuestas sobre la industria de combustibles fósiles, promovería el gas natural e intentaría ‘colar’ a los norteamericanos un producto fruto de su imaginación bautizado como «carbón limpio» que de limpio solo tiene el nombre. Además, por si todo esto fuese poco, Trump había anunciado que recortaría el presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental y anularía el plan de energía limpia.

Por otro lado, algo que no contemplaron los analistas pero que es de sospechar por la experiencia y las ‘artes’ diplomáticas del actual presidente de EEUU, es que su administración no ha tenido, tiene ni tendrá la intención de cooperar con otros países del mundo para reducir las emisiones globales de carbono.

Esta situación, hace entender la preocupación del Pentágono, de James N. Mattis y del Departamento de Defensa y la decisión de ignorar a un villano que tiene tan terribles planes para el mundo.

Redacción QUO